Noches insomnes, de Elizabeth Hardwick

 


 

 ⭐⭐⭐

 ♫♫ ♫  Once I was - Tim Buckley  ♫♫ ♫

 

 

 Él me hizo notar que los invasores no siempre conseguían apropiarse del espiritú acogedor de los países pequeños.”


He tenido un problema con este libro, mal que me pese porque tenia mucha curiosidad por leer a Elizabeth Hardwick y reconozco que me he pegado un batacazo con ella. No es necesario que un libro no tenga argumento para arrollar (a mi adorado David Markson me remito, por ejemplo) pero lo mínimo que le pido, es conectar, que el alma de su autor aflore en algún momento y sinceramente, no la he visto, no la sentido. Quizás sea un sacrilegio porque sé que es una obra prestigiosa, una de sus tres novelas, considerada quizás la mejor, además de sus ensayos y criticas literarias para el New York Review of Books. Elizabeth Hardwick que siempre fue más conocida por haber sido la esposa de Robert Lowell, el poeta, imagino que debió sufrir por estar a la sombra de su marido y sin embargo ella tenía un mundo propio, una habitación propia, como habría dicho Virginia Woolf, y su obra lo atestigua.


Noches Insomnes es autoficción, y aquí Elizabeth Hardwick se camufla narrando historias desfragmentadas de personas con las que se encontró a lo largo de su vida y de lugares en los que vivió ; imagino que habla también de su marido, Robert Lowell pero como digo, ella habla de los demás pero no he conectado porque no la he sentido cercana, no abre su alma para que la conozcamos. La forma en la que describe a los demás me ha resultado tan fría, como la de alguien diseccionando a gente pero desde un nivel muy superior e incluso he tenido la sensación durante la lectura de que solo veía defectos en los demás…, soterradamente claro que estará hablando de sí misma pero no lo he pillado..., pero hay un cierto elitismo en su disección, y un cierto desfasamiento en la mirada hacia los demás, y detalles como por ejemplo, y que se repiten una y otra vez cuando se refiere a ellos como solteros, pero ellas son siempre solteronas, puede parecer una banalidad, pero me han sacado un poco de la lectura,… ese tono peyorativo en su disección hacia los demás me ha hecho distanciarme mucho.


El estilo de Elizabeth Hardwick es interesente, incisivo, fragmentado, pero su autoficción es fria y disconexa. En ningún momento he tenido la sensación de conocerla, a pesar de las cartas que le dirige a su amiga Mary McCarthy o cuando se refiere a sus padres, solo una vaga sensación de que no sentía ninguna empatía por los personajes a los que describe. Y sin esa generosidad hacia los demás, sin ese mínimo trazo humano, lo que me queda es una señora en un pedestal recordando con una cierta indiferencia a la gente que pasó por su vida, Billie Holliday, Josette, Ida… frialdad y condescendencia es lo que me ha quedado de esta lectura. De todas formas no tiro la toalla todavia con Elizabeth Hardwick.


No es cierto que no importa dónde vives, que en Hartford o en Dallas eres tú y basta. Y tampoco es cierto que todos estemos naturalmente vinculados a nuestra región. A muchos los dejan caer de caulquier manera cuando nacen, los avenían por ahí y experimentan merma y, en ocasiones, la placentera truculencia de ese trastocamiento aleatorio. Estadounidenses que son alemanes y alemanes que son franceses, como Heine, tal vez.”

 

 

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