Las Llanuras, de Gerald Murnane

 


⭐ ⭐⭐⭐

♫♫ ♫   Sleeping inside, Lilium    ♫♫ ♫


Hace veinte años llegué a las llanuras con los ojos bien abiertos, atento a cualquier elemento del paisaje que pareciera insinuar algún significado complejo más allá de las apariencias.

Mi viaje a las llanuras fue mucho menos arduo de cómo lo describí más tarde. Y ni siquiera puedo decir que en un momento dado me percatara de haber abandonado Australia. Pero sí recuerdo claramente una serie de días en los que el paisaje llano que me rodeaba me parecía cada vez más un lugar que solo yo era capaz de interpretar.”


Voy a ser breve porque he terminado esta novela de Gerald Murnane y aunque en un principio me quedé descolocada y no supe que pensar, ahora creo que voy viendo la luz. Reflexionando sobre ella horas después, me doy cuenta, que la novela no es lo que en un principio creí que era o creí que estaba leyendo y tiene otra capas más profundas, infinitas quizás,  que se me van revelando ahora y quizás, con esta interpretación que todavía tengo en una especie de neblina, ahora o dentro de poco tiempo, debería releerla para desentrañar esas otras lecturas. Recién terminada me fui de nuevo al principio, y justo esta cita se corresponde con el primer párrafo de la novela, así comienza, y al releer este comienzo, ya tenía otro significado, nada que ver con lo que yo había entendido en un principio. Un viaje a las llanuras australianas que es también un viaje en sí mismo para el lector, que  tiene que interpretar todo lo que va surgiendo de ese monólogo interior del narrador sin nombre.


Era evidente que sentían por las llanuras el mismo amor apasionado que artistas y profetas habían profesado tan a menudo. Y, no obstante, quienes leían sus poemas o contemplaban sus pinturas encontraban reflejados en ellos pocos lugares reales de las llanuras. Los miembros del grupo parecían insistir que lo que los conmovía de verddad, mucho más que las vastas praderas y la inmensidad del cielo, era aquella fina franja de bruma donde la tierra y el cielo se fundían en la más lejana distancia."


Esta novela apenas tiene argumento y sus personajes no tienen nombre, aunque también se podría decir que sus personajes a veces parecen fantasmas... En este aspecto mientras la leía me recordaba a las películas que dirigió Marguerite Duras, no sé por qué, porque esta novela transcurre en Australia y  sus vastas llanuras, y su fisicidad no tiene nada que ver con ese entorno etéreo tan francés del cine de la Duras, pero si que me lo recuerda en lo referente a lo sonámbulo de la atmósfera y de sus personajes porque los personajes de Las Llanuras son como abstracciones que se mueven en una especie de neblina mientras son observados por el narrador. El narrador sin nombre llega a un pueblo remoto porque quiere rodar una película a la que quiere llamar El Interior; se aloja en un hotel mientras va trabando relación con los terratenientes locales; este narrador busca un mecenas con la esperanza de que le avale para que pueda hacer su película. Finalmente lo encuentra y lo aloja en su gran finca de las llanuras donde no solo tiene a su disposición la enorme biblioteca de su mecenas sino además puede observar a su esposa e hija, quizás con la esperanza de incluirlas en su película. Este es el argumento, no hay más y toda la novela es un largo monólogo interior de este narrador en el que habla del paisaje, de la tierra, de la gente del entorno y de su futura película.


Así pues, la mujer podría haber considerado que la principal ventaja de haber pasado tantos años en unas llanuras que no había visto, con un hombre que todavía no se había explicado, era que en su día le había permitido postular la existencia de una mujer cuyo futuro incluía incluso la improbable perspectiva de pasar toda la vida en unas llanuras que no vería, con un hombre que nunca llegaría a explicarse.”


Aunque claramente, se esté hablando de Australia y de sus vastas y casi infinitas llanuras, realmente a veces parece que esta Australia de la que habla es una abstracción o una tierra mitica que se ha inventado Gerald Murnane para hablar de algo que va más allá e incluso llego a captar un sentido del humor algo soterrado comparándola a la Australia real, pero no conozco suficiente de este país para captarlo del todo, y sin embargo, hay momentos que me hicieron sonreir pero entiendo que Murnane va mucho más allá de este argumento aparente y nos está hablando quizás de la creación artistica, tal como hacia David Markson en La Soledad del lector y en sus tres obras restantes que conforman su tetralogía sobre el arte. En mi caso creo que va a ser inevitable volver a releer esta obra en la que la la cadencia de sus frases largas y casi laberínticas, ejercen una especie de fascinación que no nos llevará a cuestionarnos nada, justo hasta el final. Una novela que ha ejercido sobre mí una extraña fascinación y que estoy deseando releer para interpretar esas capas subterráneas que se han ido revelando mientras la terminaba. Una novela circular que intuyo se hará más grande a medida que la relea.

La traducción es de Carles Andreu.


Logré recordar una nota que había escrito en el margen del artículo: Yo, como cineasta, estoy admirablemente preparado para explorar este paisaje y revelárselo a los demás.”


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