Helada Sangre Azul, de Yuri Buida
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♫♫ ♫ Here She Comes - Slowdive ♫♫ ♫
"Sabía que era actriz, que había hecho cine, que había vivido en el extranjero, que de allí había traído una ropa de infarto. También sabía que su temperatura corporal era como la de un gato: 38 grados centígrados. Y que nunca tuvo hijos y que jamás los tendría. Una cicatriz partía su rostro en dos, bajaba por la mejilla derecha y estropeaba, sobre todo, su labio superior."
[...]
"En Chudov sabían que Stalin la había castigado por haberse casado con un extranjero, la había apartado del cine y del teatro, le había prohibido vivir en Moscú. Ella lo había perdido todo. Pero si intentaban mostrarle compasión, si la llamaban pobre y desgraciada, ella respondía con una sonrisa: - La felicidad engorda-."
[...]
"¿Acaso era una mujer común? ¡No! Era una forastera. Un ser de otro mundo."
Hacia tiempo que tenía Helada Sangre Azul en la pila pero nunca me decidía, también es verdad que no estoy muy familiarizada con la literatura rusa así que siempre había algo que me hacia relegarlo para más adelante, y justo ahora que estoy tanteando la literatura rusa, me decidí... e inmersa en la lectura solo podía pensar en por qué lo había aplazado tanto tiempo. Si me hubiera atrevido antes, ya me habría leído otras obras de Yuri Buida, así que eternamente agradecida a Automática Editorial por revelarme no solo a este autor sino a otros que he descubierto gracias a su catálogo. Cuando comencé esta novela, no estaba preparada para lo que me esperaba y mucho menos sabía que Yuri Buida se había inspirado en la actriz rusa Valentina Karavaeva para su protagonista femenina, Ida Zmoiro en Helada Sangre Azul, en la que reproduce muchos de sus datos biográficos. Fue una estrella indudable en los años 40, aunque solo hiciera una película, Mashenka, ya que poco después tras un accidente de tráfico, y tal como aparece en la novela, su rostro se vio desfigurado. Tal como se cuenta en la novela también, hasta los años 90 no se pudo tener acceso a Mashenka en video porque después de la guerra no volvió a ser proyectada en los cines. El caso es que mientras leía la novela busqué la película y gracias a la era digital en la que vivimos, la encontré y la he visto. Es cierto que es una película producto de sus tiempos pro-soviéticos ya que su director Yuri Raizman era el director favorito de Stalin, pero así y todo, Valentina Karavaeava brilla con luz propia, su entusiasmo y energía traspasan la pantalla. Al final de la reseña, comparto las capturas y el pequeño clip de video que creo que lo demuestran…
“- Ida…, - desesperado, Kabo alzaba las manos. - ¡Esto no es cine! ¡En el teatro no puedes repetir una escena! ¡En el cine bailas encima de una cuerda colocada en el suelo, en teatro la misma cuerda está tendida encima de un abismo!”
Una anciana cae muerta en la puerta de la comisaria de policia de Chúdov. Un misterio envuelve la vida de esta anciana de ochenta y pico años que iba a la comisaria quizás a revelar quién era el asesino de una serie de crímenes cometidos contra las niñas de la localidad, alumnas suyas, desapariciones, un misterio no resuelto. Pero este comienzo de novela no tiene nada que ver con lo que nos vamos a encontrar tras estos hechos… porque a partir de aquí Yuri Buida nos sumerge en la vida de Ida Zmoiro, la anciana desesperada y perdida que cae muerta frente a la comisaria de policia, fue la gran actriz que enamoró a toda una generación de soldados que estaban combatiendo contra los alemanes en 1942, que además fue galardonada con el Premio Stalin por su papel en Mashenka. Fue la misma mujer que se casó con un diplomático y espía ruso y huyó de Rusia para volver poco pocos años después cansada de Occidente y a su vuelta fue victima de represiones de Stalin: obligada a abandonar su vida como actriz y refugiarse en el pueblo de Chúdov para dar clases de interpretación a niñas que soñaban con convertirse a su vez en actrices.
“Ida admiraba a aquella gran actriz que había salido en las más famosas películas de Eisenstein, Kozintsev y Petrov. Esa menuda mujer de voz ronca fumaba cigarros de papel de arroz Troika, vestía un traje pantalón y afirmaba que por las venas de un verdadero artista, ya fuera escritor, un verdugo o un carpintero, debe circular al menos una gota de helada sangre azul: - La sangre roja, caliente, sube a la cabeza, inspira ideas e imágenes, y a veces lleva a la locura. La sangre azul, helada, es la maestría, el dominio, el cálculo, es lo que obliga al artista a observar criticamente su obra, a quietar lo que sobra y añadir lo que falta. La helada sangre azul es el juicio final al que el artista se somete a sí mismo. Aprender a escribir no es suficiente, hace falta aprender a tachar. La inspiración no es nada sin la maestría.. Al fin y al cabo es lo que otorga al artista el poder sobre el espectador o el lector. Es preciso saber dónde golpear al espectador para realmente herirlo, pero no matarlo. Pero la sangre azul, la sangre helada, no es un don sin más, también es una maldición… porque toute maitrise jette le froid… toda maestría congela…”
Buida reproduce la vida de Valentina Karavaeva y la convierte en Ida Zmoiro, uno de los personajes femeninos más fascinantes y sorprendentes que he podido leer. Es cierto que toma muchos de sus datos biográficos, pero no sabemos hasta qué punto la luminosa personalidad de Ida es producto de la bulliciosa imaginación de su autor, en todo caso, poco importa porque Ida y Valentina ya se han mimetizado bajo la pluma de Yuri Buida: “La idea es lo que te salva. Debes tener una idea, un sueño, entonces serás libre incluso dentro de la cárcel más terrible. ¡Concéntrate en la idea!” A través de la vida de Ida Zmoiro, Buida recorre el contexto histórico ruso hasta llegar a la nueva Rusia post-perestroika, todo este camino en el que una mujer es capaz de amoldarse a unos tiempos durísimos, a bajar de un estrellato fugaz por culpa de una cicatriz que recorría su rostro y a pesar de esto conseguir resurgir de su bajada a los infiernos e interpretar en teatro a Nina Zarechnaia en La Gaviota de Chejov, según dicen la mejor interpretación en teatro ruso de este personaje.
“En realidad, jamás celebraba sus cumpleaños, en cambio, nunca se perdía los cumpleaños de aquellos que ella llamaba sus cómplices. En enero eran Chéjov, Moliere, Calderon, Beaumarchais, Griboiedov y Strindberg; en febrero eran Hugo y Brecha; en marzo Ostrovski, Gorki y Tennessee Williams e Ibsen; en abril Gogol, Rostand y Shakespeare; en mayo Bulgakov; en junio Corneille, Pirandello, Lorca y Anouilh; en julio Dumas hijo; en agosto León Tolstoi, en septiembre Sujovo-Kobylin y Faulkner; en octubre Kleist, Arthur Miller y Eugene O´Neill; en noviembre Lope de Vega, Camus y Schiller; y en diciembre Gozzi y Racine.
Chéjov, el cáustico; Schiller, el apasionado; Ibsen, el gran negador; Racine, el terrorífico, que tantos papeles regaló a las mujeres...”
Pero no nos engañemos, Helada Sangre Azul no es solo la historia sobre una mujer, sino que a través de esta mujer, Buida construye todo un microcosmos que sitúa en el pueblo imaginario de Chúdov que intuyo estaría más o menos cerca de Moscú dadas las caminatas que a veces tenía que hacerse Ida para ir a Moscú. Chúdov es una especie de pueblo situado en el limbo, que da igual el momento histórico que se estuviera viviendo, parecía no detectarlo, y es aquí en los momentos de la novelaque transcurren en Chúdov, cuando la novela adquiere tintes casi fantásticos o de realismo magico: a través de Ida Zmoiro como una especie de eslabón de conexión, van surgiendo personajes y situaciones casi infinitos por la forma en la que fluyen las situaciones, los amores y desamores, las pasiones desatadas, el amor por la literatura, por la permanencia del arte… Ida Zmoiro es un personaje fuera de este mundo precisamente por ese amor por cualquier tipo de arte, por su obsesión por la permanencia y la forma en la que Buida nos lo transmite es quizás la gran baza de esta novela: la pasión por la literatura, por las historias formadas a partir de otras historias y así hasta el infinito.
"- Pero qué tonto es... Tiene miedo de todo, por eso es tan desabrido. La oscuridad lo espanta, me da tanta pena... De la guerra regresó con tres medallas, pero tiene miedo a la oscuridad..."
[...]
“Él quería casarse con ella y llevarla lejos, hasta un lugar donde los sopladores de vidrio se encargaran de crear las puestas de sol más bonitas del mundo, donde los hombres encendieran los cigarrillos a la lumbre de las sonrisas de las mujeres.
- Rusia es un país tan inmenso que siempre abraza más el futuro que pasado, decía el. Estoy cansado de la eternidad rusa, de su infinito. ”
Helada Sangre Azul está repleta de referencias literarias, de personajes obsesionados por el teatro, por el cine, por el arte en definitiva; también es una novela cuyas referencias linguisticas en la que las conexiones entre una palabra y otra se pueden convertir a veces en un juego, e incluso Yuri Buida identifica a sus personajes con nombres que parecen fuera de este mundo, extravagantes, bizarros, sugerentes… Quizás con Helada Sangre Azul, Yuri Buida haya querido construir una alegoría sobre el mundo, el arte, la concepción artistica, la esencia de la naturaleza humana enfrentada a las dificultades con la historia de la Rusia del s. XX como trasfondo. En todo caso, sea cual sea la interpretación que podamos entrever, no puedo por menos de confesarme rendida ante Yuri Buida, sus historias y su fluir en la narración. Una maravilla.
La traducción del ruso es de Yulia Dobrovolskaya.
"Miraba a mi alrededor y veía tanta pereza, tanta mediocridad, tanta espantosa necedad... O sea que reventé... Qué idiotez... La vida me sonreía y yo... Ese maldito genio mío... Soy una mujer disparatada... Bueno, que sentido tiene lamentarlo ahora, cuando la vida ya se ha quedado atrás..."
Valentina Karavaeva en Mashenka, 1942, Yuri Raizman
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