Vida y Destino (Stalingrado #2), de Vasily Grossmann

 


 ⭐ ⭐⭐⭐⭐

♫♫ ♫  Let Me Go, Let Me Go, Let Me Go - Jason Molina  ♫♫ ♫

 


"La pasada noche vi en sueños a Sasha Sháposhnikova en la época en que vivimos juntas en París.
Pero contigo no he soñado ni una sola vez, aunque pienso en ti sin cesar, incluso en los momentos de angustia más terrible. Me despierto y veo el techo, entonces recuerdo que los alemanes han ocupado nuestra tierra, y me parece que no me he despertado sino, que me acabo de dorrmir y estoy soñando."


Si vaís a leer esta reseña, os pediría que antes leyerais la reseña de Stalingrado y no os preocupéis, normalmente mis reseñas no contienen spoilers, pero sí que es recomendable porque no voy a repetir o hacer un resumen de lo que fue esa novela, ambas reseñan se complementan, igual que se complementan Stalingrado y Vida y Destino, muchos personajes se repiten, la mayoría diría yo, y continua los hechos que se quedaron en una especie de to be continued, de Stalingrado. Y también porque en la reseña de Stalingrado yo hablaba del modelo que había supuesto para Grossmann Guerra y Paz de Tolstoy, y aunque así sea y así me lo pareció mientras leía Stalingrado, también es cierto que en esta Vida y Destino me desmarco bastante de esta afirmación, porque esta novela se aleja de la obra de Tolstoy en su reafirmación del individuo frente a la colectividad, y aunque los personajes de Vida y Destino sigan citando a Tolstoy y Guerra y Paz, aquí Grossmann construye una obra totalmente única, que brilla con luz propia.


"- En los Urales, donde están mi mujer y mi hija, seguro que han caído las primeras nieves -dijo Beriozkin-, pero no me escriben, ¿entiendes?
- Le escribirán, camarada mayor.- lo consoló Glushkov.
"


Después de haber terminado Vida y Destino y leyendo retazos de la biografía de Vasily Grossmann entiendo porque este autor se dejó la piel en esta obra magna, como periodista, intelectual, ruso y soviético y además judio, todo lo que nos relata aquí Grossman, forma parte de su vida, incluso uno de los personajes más emblématicos, el físico Victor Shtrum, está basado en él mismo, quizás por eso resulte tan a flor de piel todo lo que gira en torno a este personaje colosal, inmenso: su relación con su madre, sus continuas crisis matrimoniales con su esposa ("Y él no se daba cuenta de que su mujer, aunque había reanudado su vida anterior, le resultaba del todo extraña. Era como un viandante que, absorto en sus pensamientos, camina por una calle conocida evitando los hoyos, subiendo peldaños , sin darse cuenta siquiera de ellos.") , ese amor imposible con Maria Ivanovna, ("En los últimos tiempos siempre se sentia sólo. Sentía su soledad cuando hablaba con su hija, con los amigos, con Chepizhin, con su mujer. Pero le había bastado con ver a María Ivánovna para que su soledad se diluyera.") sus dudas frente a un sistema en el que creía ciegamente hasta que comenzó resquebrajarse. Shtrum es Grossman y puede que sea el personaje que más ha podido impactarme durante la lectura de esta novela: “Nuestra principal desgracia es que no vivimos como nos dicta la conciencia. No decimos lo que pensamos. Sentimos una cosa y hacemos otra.” Esta crisis de conciencia que sufre no solo Shtrum, sino el resto de los personajes principales de esta novela, también debió sufrirla en sus propias carnes Grossman en un momento dado de su vida, pero una vez vencida, Grossmann acusó el terror del sistema totalitario, una y mil veces, no solo durante la guerra. Y sin embargo, cuando en 1960 escribió el libro, la KGB entró en su casa y se hizo no solo con el libro sino con el papel carbón y las cintas de la máquina de escribir, y así y todo, no se lo llevaron a él, quizás porque era demasiado conocido (sus crónicas en primera linea de fuego para el Estrella Roja eran devorados por los soldados en el frente, leídos y releídos hasta quedar hechos pedazos). A partir de aquí, el libro no vio la luz hasta 1980, y la andadura del manuscrito bien podría merecer formar parte de otra novela.


"Yevguenia tenía la cabeza llena de pensamientos, pensaba en el futuro, en el presente, en el pasado. Se asombraba, se alegraba, sentía vergüenza, se inquietaba, se ponía melancólica, se aterrorizaba. La madre, las hermanas, los sobrinos, Vera, decenas de personas estaban involucradas en aquella mutación que había ocurrido en su vida."


La mutación a la que se refiere Yevguenia (Zhenia) es la guerra que resquebraja la unidad de esa familia de clase media que ya habíamos conocido en Stalingrado, los Shaposhnikov y sus amigos, que en esta Vida y Destino se ven obligados a separarse repartidos desde la Alemania nazi hasta Siberia; en este sentido es una novela épica porque pasa por todos esos frentes del horror de la Europa de aquella época: la batalla de Stalingrado, las cámaras de gas, las cárceles rusas, el exilio siberiano.... Al igual que en Stalingrado, Grossmann cuenta las historias de infinidad de personajes, algunos que solo veremos una vez pero otros aparecerán una y otra vez, y seremos testigos de cómo la guerra les afectará y de esta forma expone brillantemente la inmensidad de Rusia a través de sus pequeñas historias. El terror en la Europa del s. XX está aquí brillantemente representado, un terror expuesto no solo por la guerra, sino por el Estado, que es quizás el gran protagonista al que se tienen que enfrentar continuamente personajes que habían confiado ciegamente en él hasta ahora:


Pero aquel miedo particular, atroz, insuperable para millones de personas, estaba escrito en letras siniestras de un rojo deslumbrante en el cielo plomizo de Moscú: el miedo al Estado…”


Parecía que el Estado, en su cólera, sería capaz de despojarle no solo de la libertad, de la paz, sino también de la inteligencia, del talento, de la fe en sí mismo, y que acabaría transformándole en un ciudadano filisteo, obtuso y monótono.”


¡Qué poder! El Estado y el individuo... El Estado eleva a un hombre y luego lo deja caer al abismo, como si nada."


Vasily Grossmann no se conforma con exponer el terror nazi, sino que esta novela trata tanto de ellos como de la Unión Soviética, su país, como de la guerra, una larga Walpurgisnacht como se calificaba a esta época en La Zona de Interés de Amis, y sin embargo, en medio de estos continuos sufrimientos "Es necesario reflexionar sobre qué debió de soportar y experimentar un hombre para llegar a considerar la muerte como una alegría. ", la gente se tenía que construir una vida cotidiana, capaz de equilibrar este sufrimiento continuo y de esta forma hay pequeñas alegrías o recompensas que podían provenir de una carta (¡las cartas tienen aquí tanta importancia!) en forma de niños que seguían naciendo, de personas que se enamoraban, incluso sabiendo que era un amor imposible, solo recompensado quizás por una mirada, de reencuentros inesperados, o incluso el momento en que Sofia Osipovna abraza a ese niño judio cuando más lo necesitaba. Grossmann retrata la íntimidad como nadie, la íntimidad en medio de la vorágine de una batalla como la de Stalingrado, de una cárcel rusa o de la guerra en general.


"Comprendía que si lograba soportar aquella tensión era solo gracias al silencio y a la tranquilidad que habitaban en él. Así, los soldados del Ejército Rojo podían comer su sopa, reparar el calzado, hablar de mujeres, de buenos y malos superiores, fabricarse cucharas y a veces incluso relojes cuando parecía que solo deberían ser capaces de sentir rabia, horror o agotamiento."


Los temas fundamentales en los que se va adentrando Grossman son complejos pero este libro es un grito abierto para que la sinrazón de la barbarie humana sea erradicada de cuajo, el poder y la brutalidad del Estado en el que da igual si eres culpable o inocente, e incluso lo más alucinante es que el Estado no tiene en cuenta todo lo que has sacrificado por él, y de alguna forma Grossmann no se corta un pelo a la hora de comparar el terror nazi con el soviético "Stalin entiende cuál es la verdadera base del socialismo en un solo país: el terror, los campos penitenciarios, los procesos de brujas medievales.", durísimo, quizás porque duró mucho más. Y sin embargo y a pesar de este terror y de la desesperanza, Vida y Destino resulta una novela luminosa por cómo está contada: ese aferrarse del hombre a la libertad y a la individualidad destaca continuamente, pero sobre todo porque Grossmann sigue creyendo en la reafirmación del individuo frente a la colectividad. Tanto Stalingrado como Vida y Destino son novelas necesarias, pero quizás esta última sea mucho más impactante por como compendía el terror de la Europa durante el s.XX. Una maravilla.

La traducción es de Marta Rebón.


"¡Qué poder y claridad hay en la palabra, la palabra libre y desinhibida! La palabra que se pronuncia a pesar de todos los temores." 

 

"Sofía Osipovna constataba con estupor que, aunque el proceso de evolución había llevado millones de años, habían bastado pocos días para hacer el camino inverso, el camino que va del ser humano a la bestia sucia y miserable, desprovista de nombre y de libertad." 



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