Belladonna, de Dasa Drndic
⭐⭐⭐⭐⭐
♫♫ ♫ What Did You See? - Cemeteries ♫♫ ♫
"Así fue como Andreas Ban llegó a la conclusión por enésima vez de que todos viajamos en vías paralelas que apenas se rozan por un instante a través de las chispas frenéticas que salen despedidas de las ruedas de un tren eternamente en marcha."
En Belladonna, Dasa Drndic se obsesiona más que nunca por recordar. Ya tanteaba esta obsesión en Leica Format, una novela que parió en 2003 y que redefine de alguna forma en Trieste, rizando el rizo del refinamiento, en 2007. Ambas novelas son una especie de mosaico sobre la obsesión por rescatar las historias olvidadas, invisibilizadas, silenciadas en un periodo negro de la historia de Europa. Sobre todo Dasa Drndic no deja de recordar ni por un momento una máxima: “Sólo nos olvidamos de las personas cuando olvidamos sus nombres”, así que continuamente está rescatando historias anónimas y cuando estas historias se han perdido en el limbo, lo único que le queda es llenar algunas páginas con un listado de nombre:s “Mi nombre es Diana Budisaljevic. Morí en Innsbruck en 1978, a los 88 años de edad. Escribí un diario de 1941 a 1945. Hoy no se me recuerda.”, y son esos nombres, la única prueba de que han existido. Belladonna es una novela de 2012, y sirve como complemento a las dos anteriores, porque continúa con este mosaico iniciado con Leica Format, solo que aquí y lo admito, he quedado profundamente impactada por ese protagonista masculino que coloca en el centro, Andreas Ban un hombre que en sí mismo se ha convertido en memoria, a punto de jubilarse, académico, psicólogo y escritor, ha llegado a un punto de su vida en que la carga del pasado le tortura casi más que sus achaques médicos e incluso su cinísimo le sirven de bien poco para ahuyentar la deshumanización de todo lo que le rodea. Andreas es un hombre desencantado que anda desintegrándose ante nuestros ojos,
“S.Trajkovic describe el recuerdo que guarda de las discusiones entre sus padres, siendo él aun un niño, sobre su apellido Trajkovic: al respecto, su madre, Suzana, apellidada de soltera, Atlas, insistía en que volvieran a apellidarse Trajkovski porque, tras aprender la lección del juego macabro en el que la desbocada historia arrastró en 1941 a su familia Stein-Atlas, todavía podía sentir la respiración de esa voluble dama de mezquina condición. Así pues, Suzana Trajkovic, creía que sería -peligroso hasta el punto de morir-, si un día sus vecinos croatas creyeran que ellos, Trajkovic, eran serbios.”
[...]
"... se interpretan por televisión canciones con el estribillo -mi madre croata me parió-, lo cual hace que quienes no cumplan con esa irrelevante especifidad étnica en su nacimiento sientan que son unos indeseables, mientras que los que sí la cumplen se exaltan embriagados de orgullo y superioridad listos para -eliminar- de una forma u otra a aquellos no nacidos de madre croata, lapidándolos si hiciera falta..."
Dasa Drndic es una autora a la que creía ya conocer bien después de Leica Format y Trieste, y sin embargo, es en Belladonna donde realmente se me ha desplegado en toda su grandeza por cómo relata la vejez de Andreas Ban, un hombre inteligente, de talento, con un humor negro refinadísimo, que es perfectamente consciente de todo lo que sucede en su entorno, y que se ve enfrentado a la deshumanización de una sociedad, de un Estado, que prácticamente le convierte en un número. Lo que está exponiendo Dasa Drndic al contarnos la historia personal de Andreas Ban, es establecer un simil con la desintegración de un entorno politico donde nada parece cuestionarse. El pasado de Andreas Ban se vio sacudido cuando Yugoslavia se rompió en pedazos; pasa los primeros veinticinco años de su vida en Belgrado, Serbia, y cuando estalla el conflicto vuelve a Croacia, donde se convierte en una especie de forastero. Es la forma que tiene Dasa Drndic de hacer hincapié continuamente en la tortura que suponen los nacionalismos, que convierten a personas como Andreas Ban, en continuos extraños, emigrados que nunca se sentirán apegados a ninguna parte. A medida que Andreas se enfrenta a su enfermedad, también confronta ciertos episodios de su vida, como la vuelta a Croacia después de veinticinco años de ausencia...
"Si piensa dedicarse a la enseñanza, encajar aquí y que le aceptemos, no puede hacer solo lo que le gusta; escribir no es un trabajo, escribir es algo relajante, una diversión que se practica los fines de semana, porque en algunas facultades hay profesores con pasatiempos creativos, auténticos caprichos de aficionado y escriben bagatelas literarias. Escribir no es un arte, dicen...
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“Dicen estas almas mezquinas que Andreas Ban tiene problemas con la comunicación porque no comunica como ellos creen que debe comunicarse; indirectamente, pues la forma en que se comunican es mediante una incomunicación hecha de incorrección, inclinaciones de cabeza y una correspondencia oficial llena de frases hechas, transmitida con una inaudita frecuencia desde la primera planta a todas las demás. No desean mantener una comunicación directa porque la comunicación directa significa responsabilidad. Huyen de la responsabilidad.”
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“Pero Andreas Ban es un hombre superfluo en su nueva patria, ni sedentario ni nómada, es una excepción (a la norma), flota en el vacío, como un proyectil catapultado al abismo...Con tal de ser incluido, de que lo inluyeran, tuvo que pasar primero por un silencioso purgatorio de exclusión radical que duró varios años, y luego por el ritual de purificación, por el ritual de despojarse de todo hatsa la desnudez, para poder hacerse acreedor del rite of passage.”
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"Porque hablaba distinto, se reía distinto, se vestía distinto [...] Es decir, para los moradores de la ciudad fortificada tenía un pasado misterioso, lo cual constituía un peligro en potencia que había primero que investigar para posteriormente borrar, con el fin de crear espacio para un nuevo pasado conforme a lo que aquí es la norma: reducido, estrecho, común y, en la práctica, familiar."
Es esta mirada analitica e introspectiva que tiene Andreas Ban sobre su entorno lo que de verdad me ha impactado. Despiadado, quisquilloso, gruñón y de un sarcasmo continuo, Andreas analiza el presente de una Croacia pomposa, pagada de sí misma y nada puede hacer para redimir los ultrajes del pasado porque él mismo está desvastado y desapareciendo: la muerte de las ideas está aquí perfectamente conectada a la muerte física. Es tanto lo que Dasa Drndic expone en esta grandiosa novela, que realmente no es fácil abordarla: la culpa no solo personal, sino la colectiva, el peso de la memoria, la carga de un pasado que ya había explorado anteriormente en Trieste y que sin embargo,, en Belladonna, es donde adquiere un significado más íntimo y revelador a través del personaje de Andreas Ban, que ha llegado hasta sus sesenta y cinco años, con una mochila de pérdidas irrecuperables. "Con Elvira no hubo tiempo para el extrañamiento y la ira, tampoco para los viajes ni las indagaciones, ni las pequeñas mentiras. Elvira fue una sacudida. Elvira se desvaneció por completo en tres meses. Simplemente desapareció."
"El corazón se le desploma. Andreas Ban siente cómo se le desprende y cruza por su espalda, y cae lentamente en el suelo. Se pone de lado y, tras el borde de la camilla, avista su corazón grande y nadador latiendo en el vacío, como si tomara aire, cada vez más despacio. Con la palma de su mano izquierda formando un cuenco, coge su corazón y lo devuelve al lugar donde debería estar."
Dasa Drndic fue una escritora valiente, continuamente exponiendo las diferencias étnicas nacionales entre Serbia y Croacia como ese pasado fascista croata en la época de la Alemania nazi tras la invasión de Croacia por las potencias del Eje, continuamente silenciado en el presente. Hay varios momentos durante la novela en el que Andreas Ban, lo expone públicamente y sin embargo, es silenciado: “En primavera, bajo la basura y la podredumbre amontonada, se asfixian las violetas, cuyas corolas Andreas Ban libera a veces con el pie para dejar que recuperen su posición correcta.”. Es esta indignación que tiene Andreas Ban hacia Croacia por no enfrentarse a los fantasmas de su pasado, lo que le hace también desintegrarse paulatinamente. En este aspecto es una novela iluminadora porque hay momentos en los que Andreas recuerda a través de los testimonios que se va encontrando, que no todo fue silencio: “Así que no todo el mundo actúa y canta. Hay gente de Zagreb que se opone al Mal y que pierde la vida por su resistencia. Soy Slawko Goldstein.” Dasa Drndic estaba obsesionada por las historias anónimas, individuales y en Belladonna a medida que nos va sumergiendo en la mente de Andreas, también nos va ayudando a reconocer el mundo en el que vivimos, nos confronta a él sin cortapisas, sin filtros. Se vuelve profundamente conmovedora ante ciertos recuerdos de amor y pérdida en la vida de Andreas, pero es una autora devastadora a la hora de gritar a los cuatro vientos que el silencio debe ser derribado a toda costa. Belladonna no es una novela fácil, no es complaciente sobre todo cuando nos enfrenta a la profunda decepción en la que vive Andreas Ban, pero esa honestidad a flor de piel de Dasa Drndic es algo que sigue impactándome. Una autora que ha influido profundamente en mis lecturas. Gracias a Automática Eidtorial.
La traducción del croata es de Juan Cristobal Ruiz.
“Andreas Ban ha leído en alguna parte que las guerras son orgías del olvido. El siglo XX, un siglo de gran (re)ordenamiento que acaba en limpieza. Siglo XX: siglo de limpieza y purificación, siglo de borrado. Queda la lengua tal vez, pero esta también se descompone. Una gran carga sobre el hombre del siglo XX, y bajo esa carga resulta dañado. ¿No fue Plinio quien escribió que nada en nosotros es tan frágil como la memoria, esa dudosa capacidad que conforma al hombre y lo desbarata?”
[...]
“La historia y la memoria son difíciles de borrar por completo, a la historia y la memoria les gusta volver. Se meten bajo la piel de las personas y entran en su torrente sanguíneo. He aquí algo que he aprendido: las personas se conectan invisiblemente sin saberlo, entran en contacto a través de vidas que les son para siempre ajenas, caminan por paisajes que son nuevos solo para ellos, pero que existen desde hace siglos. “
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