La noche y el día de Ayami, de Bae Suah

 



⭐⭐⭐⭐
 
♫♫♫ Inner City Blues - Marvin Gaye  ♫♫♫ 


 

 

- ¿Qué es lo que se está desvaneciendo?

- No sé cómo explicarlo. ¿El sueño de alguien que está soñando con nosotros?


Ya conté en mi crónica de “En ninguna parte” que me había recordado mucho a David Lynch, Bae Suah tiene ese algo onírico, lo que en inglés se califica como dreamlike, y que aquí en esta historia se hace mucho más evidente. Toda la novela se puede decir que es como si fuera el sueño de alguien que está soñando con Ayami y el resto de los personajes. Es una novela que me ha transportado directamente a Mulholland Drive porque prácticamente no hay diferencia entre sueño y realidad, o se podría decir que no sabemos en qué momento de la novela la realidad se convierte en sueño porque aquí, la misma Ayami puede que viva en una especie de realidad o de sueño paralelo en la mente de alguien. No sé bien, cuando acabé esta novela de apenas 120 páginas sentí la necesidad de volverla a empezar para comprobar esto mismo, ¿dónde estaría exactamente el punto en el que la realidad se desvanece y se convierte en un sueño tal como le ocurría al personaje de Naomi Watts en Mulholland Drive? "Nunca percibió la realidad y los sueños como dos elementos contradictorios. (Si no, ¿por qué deberíamos distinguir llamando sueño a los sueños,y realidad a la realidad?)." En este aspecto, “En ninguna parte” aunque tenía partes muy lynchianas, sobre todo aquellas en las que Seúl se convierte una ciudad fantasmagórica, es una novela mucho más conectada a la realidad que ésta que me ocupa. Aquí la atemporalidad está continuamente presente, sobre todo asentada en la no linealidad del tiempo, o casi se puede decir que el tiempo no existe: por esas cuatro secciones en las que está dividida la novela en la que acaba desvaneciéndose la realidad en un momento dado y hay como una entrada de Ayami en otra realidad, (al estilo de la Alicia de Lewis Carrol), o quizás pase a ser la protagonista del sueño de alguien.


La joven Ayami caminaba por la calle cuando descubrió una pequeña piedra azul y la cogió, destapando la boca de un profundo agujero. (Alguien dijo una vez que aquel agujero era en realidad la otra cara de un espejo que conducía a otro mundo). Al otro lado del oscuro agujero vivía otra Ayami en otro mundo. [...] Ese era el secreto de la existencia simultánea de la noche y el día. Ayami lo descubrió con un solo gesto. Lo recordaba con más claridad que a ella misma, no recordaba nada más.”


En “La noche y el día de Ayami” sí que hay una historia pero esta historia conectada con la realidad llegado un punto se difumina y comienza una narrativa que simula un sueño en el sentido de que cuando soñamos, la realidad parece que deja de tener sentido, ocurren hechos que apenas podremos recordar y sin embargo, las impresiones o las sensaciones son las que perduran. Y al igual que ocurría en En ninguna parte, hay repeticiones, momentos recurrentes que se narran varias veces, con alguna variación, y estos momentos están firmemente conectados a apagones intermitentes que sufre la ciudad y que lo deja todo a oscuras, como en una especie de desconexión o desvanecimiento de la realidad, y esto es lo que convierte esta historia en un relato medio sonámbulo o fantasmagórico, en las que las formas humanas una vez a oscuras, vuelven a ser reconocidos casi como fantasmas, o como figuras desconectadas de la realidad. Las repeticiones de escenas, o de conversaciones, dejan un poso de irrealidad durante toda la novela. La profesora de alemán que desaparece misteriosamente y que igual vuelve a aparecer como un fantasma bajo otro nombre, no sabemos bien, pero es cierto que Bae Suah envuelve su narración en una atmósfera totalmente lynchiana: "En aquella enorme ciudad cuadriculada daba la casualidad de que todos sus habitantes dormían al mismo tiempo. Desconocen el paradero de la desconocida. El nombre de aquella ciudad: Secreto. Ventanas invisibles en estado de contemplación."


-¿Sabes? De madrugada, en el aeropuerto, me sorprendió ver el mundo desaparecer ante mis ojos. La sala de llegadas, siempre tan iluminada, desapareció sin más. Sin previo aviso. Como la puerta de llegada, como tú. No eran los objetos sino mis propios ojos los que parecían haberse desvanecido. Entonces pestañeé, y aparecieron formas en la oscuridad. Formas insustanciales. Fantasmas deslizándose muy, muy lento. El alma de las cosas que perdura en la tierra después de la muerte.

[...]

Puede que ese apagón general sea un síntoma de la edad, como la pérdida de memoria. Una señal de desvanecimiento."


La protagonista de esta novela, y tal como su titulo indica, es Ayami, una empleada de un audioteatro para ciegos que está a punto de cerrar. Ayamí tiene veintiocho años es una aspirante a actriz que solo parece haber actuado en una única producción y acaba trabajando en este audioteatro casi como empleada única después de haber ejercido otros trabajos para ganarse la vida. Cuando comienza la historia, es el último día antes del cierre, y a partir de aquí hay una atmósfera de incertidumbre por el futuro. En esta última noche Ayami se dedica a recorrer la ciudad con su jefe, las conversaciones de ambos en torno al encargo que le ha hecho la profesora de alemán desaparecida para que se ocupe de un poeta que llegará al día siguiente, crearán una narrativa a caballo entre lo real y un surrealismo tirando a espiritual. La realidad en la que viven esta noche en Seúl no parece ceñirse a ninguna regla y el tiempo simula ir transformándose y moldeándose en otra realidad paralela. Ayami incluso se confundirá con otros personajes femeninos que salen a la luz. La llegada al aeropuerto del poeta en medio del apagón dónde ambos se reconocen sin verse, también parece producto de un sueño. Un momento de oscuridad en el aeropuerto que vuelve a repetirse pero quizás en otra realidad alternativa, o si era un sueño, vuelve a repetirse casi al final en una escena con su jefe. ¿Es la realidad tan dura, tan incierta, tan oscura en sí misma, que quizás Bae Suah está invirtiendo los tiempos y creando realidades paralelas que responden a un respiro para sus personajes?


- Lo que no logro entender es cómo nos reconocimos en medio de la oscuridad.

- Cruzaste la puerta y viniste directo hacia mi como si ya me conocieras."


Realmente he acabado la novela sin saber realmente qué ha sido realidad y qué sueño o fantasía paralela, porque incluso este teatro (un lugar donde uno va y se sienta en un sofá a escuchar un audio de una obra de teatro, de forma similar a como se va al cine a ver una película) donde trabaja Ayami parece un lugar fuera de este mundo. Al igual que le ocurría al personaje femenino de “En ninguna parte”, Ayami está a la búsqueda de algo y quizás Bae Suah nos esté narrando el viaje de su mente por agarrarse a algo firme. Hay algo muy misterioso y atmosférico en el estilo de Bae Suah directamente relacionado además con el entorno físico,, con el paisaje en este caso Seúl, una ciudad entre fantasmal y distópica, que podría ser cualquier otra ciudad del mundo, en la que la alienación y el aislamiento obliga a sus habitantes a una desesperada búsqueda de conexión, y yo diría que incluso Bae Suah está hablando de la creación artística porque aquí muchos personajes se dedican al arte, pero todos han fracasado, todos tienen miedo, ninguno es capaz de ver con claridad el futuro.


La oscuridad de la noche y de los apagones intermitentes que sufría la ciudad hacían relucir el negro de la pantalla apagada, lisa como la superficie de una bandeja de plástico y sin contenido alguno. De repente se estremeció igual que un cadáver sometido a descargas eléctricas. Apareció una imagen, pero antes llegó la frecuencia de una radio.

Durante el día. Temperaturas de Treinta. Y nueve. Grados. Ausencia. De Viento. Despejado. Riesgo de incendios. Treinta. Grados. Durante el día. Se esperan. Fenómenos. De espejismos. En la ciudad. El asfalto. Y los neumáticos. Ausencia. De viento. Despejado. Riesgo de Incendios. Ausencia. De color. En el cielo. Ausencia. A Yeoni, Yeoni…"


Durante toda la novela se habla de la misteriosa mujer poeta, hay un personaje que se refiere a ella continuamente, en una búsqueda incesante "No quería que sintiese su presencia y se girase, no quería que lo viera. No quería que lo conociese.  Por eso se detuvo allí. La sombra de la mujer poeta fue absorbida por la oscuridad abismal" y quizás esta mujer poeta sea la misma Ayami, no lo sé, realmente tampoco me interesa demasiado desentrañar los misterios con que Bae Suah envuelve su novela, porque lo que de verdad perdura son las sensaciones, la atmósfera de desconexión de la realidad en la que se mueven sus personajes. Con su narrativa la autora nos está diciendo que en el mundo en el que vivimos el orden se ha desvanecido y que igual la auténtica realidad pueda estar en el sueño que nos construimos en nuestra mente .

La traducción es de Ana Barragán.


Avanzamos, sin mirar atrás, dejando que nuestro cuerpo quede imbuido en su energía. Fascinados. Cautivos. Algo envuelve nuestros cuerpos, nuestras almas. Y dejamos de ser nosotros. Nos convertimos en uno solo con el secreto ajeno. El miedo nos oprime el pecho, sofoca la respiración. 

Pero es una fascinación y un placer incomparables. Poseídos, no podemos dejar de acercarnos al tabú.”

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Minimosca, de Gustavo Faverón Patriau

Indigno De Ser Humano, de Junji Ito (Adaptación de Osamu Dazai)

Ampliación del campo de batalla, de Michel Houellebecq