Agua Negra, de Joyce Carol Oates
♫♫♫ My tears are becoming a sea - M83 ♫♫♫
"Kelly Kelleher, que no estaba borracha, sonrió pensando, Qué extraño resulta estar aquí y sin embargo no saber dónde está ese aquí."
Siempre que me asomo a una historia de Joyce Carol Oates me acabo preguntando lo mismo ¿cómo es posible que sea capaz de visibilizar temas tan candentes sin que en un principio lo parezcan?? También y siempre me acabo preguntando qué formatos de sus novelas prefiero, si los tochos en los que se enrolla de lo lindo en bucles de flujos de conciencia infinitos diseccionando a la familia, o prefiero estos relatos largos o novellas? No sabría contestar pero es cierto que en estos relatos largos de poco más de cien páginas también consigue tocar todos sus temas, no se enrolla tanto, pero y si ponemos como ejemplo Agua Negra, vuelvo a sorprenderme maravillada por todos esos palos que toca tan acertadamente y todos tienen cabida: los conflictos raciales, la corrupción del poder, como aquí, esa figura femenina casi siempre joven, fascinada por la figura del hombre algo mayor y con poder en este caso simbolizado en el personaje del senador, que acaba representando el privilegio político y patriarcal. En Aguas Negras se aleja un tanto de lo que es la familia disfuncional y se centra sobre todo en el papel de la mujer a través de la cosificación de su cuerpo, la política y la sexualidad. La protagonista de esta novela, Kelly, es una joven que tiene ideales políticos, cree en el amor y en su ingenuidad cree en el poder transformador de un hombre carismático, sobre todo si es mayor y además un senador, así que ya tenemos los tres o cuatro elementos para que JCO pueda construir una de sus historias que acaban siendo auténticas bombas de relojería a la hora de levantar el velo de los tabúes de la sociedad americana.
“- Eso que usted llama mi generación no existe, Senador. Estamos divididos según la raza, la clase, la educación, la opinión política y hasta por la actitud personal de cada uno frente sexo. Lo único que nos une es nuestra mutua separación.
- Vaya, vaya! Me has corregido, eh?”
Por muy joven e idealista que pueda ser la Kelly de esta novela, eso no tiene que significar que sea tonta. Las novelas de JCO ya en los años 60 estaban repletas de alusiones irónicas a ese término que ahora suena tanto, el mansplaining (estos hombres explicándoles a ellas algo que ellas ya entendían o conocían, de forma condescendiente y paternalista, presuponiendo que ellas no tuvieran ni idea), y en Agua Negra es particularmente llamativo este hecho ya que en el monólogo interior de Kelly y después de conocer al senador, se encuentra en continuo conflicto consigo misma por el hecho de que no debería mostrar lo que sabe, así que se hace pasar por la típica rubia tonta, un fallo a la hora de intentar mantener el interés de un hombre porque acabaría resultando una experiencia agotadora: “Incapaz de decir, Porque si no hago lo que me pide, no habrá un después. Lo sabes bien”. Y es por este motivo y por muchos otros a la hora de radiografiar los comportamientos de hombres y mujeres por lo que esta autora me parece tan fascinante, no solo se atreve a decir lo que normalmente no se verbaliza en los comportamientos sociales sino que tampoco le importa poner sobre el tapete el hecho de que las mujeres también usan a los hombres, y esto puede ser políticamente incorrecto expresarlo sobre todo en estos tiempos, pero a JCO no se le caen los anillos, lo expone todo. En los flujos de conciencia de sus personajes sale a relucir todo lo que esta sociedad no quiere verbalizar y en esta novela me llama la atención cómo expresa la Oates la sexualidad de Kelly: se deja a sí misma tan poco espacio para tener conciencia de si misma que está convencida de que tiene que satisfacer estas expectativas sociales, y que por el simple hecho de que el macho alfa ha puesto los ojos sobre ella un instante, ya debe sentirse subrogada a aceptarlo “He hecho que me desearas y ahora no puedo rechazarte”. JCO explora esta sexualidad femenina en una Kelly que parece desconectada de sí misma, desconectada de su propio deseo:
“Y ella sintió la sacudida del deseo: no su deseo sino el deseo del hombre. Al igual que, desde que fue una jovencita, cuando besaba y la besaban, Kelly Kelleher sentía siempre no su propio deseo sino el del otro, el deseo del macho. Veloz y estremecedor como una descarga eléctrica.”
Agua Negra se inspira en un hecho real, que fue un escándalo en su momento en el mundo de la política norteamericana: el accidente de Chappaquiddick (1969), donde el senador Ted Kennedy salió ileso de un accidente automovilístico mientras su acompañante, Mary Jo Kopechne, murió ahogada. Joyce Carol Oates no hace una crónica, sino que lo que le importa sobre todo es llenar un espacio narrativo que en su momento fue invisibilizado. JCO recrea a la víctima horas antes cuando aquel mismo día conoce al senador en una fiesta, y aquella misma noche cuando salen de la fiesta, el coche del senador se precipita a un lago de aguas negras; el senador consigue salir del coche y Kelly queda atrapada dentro de ese coche.
“La política, el arte de negociar el poder. Eros, el arte de negociar el poder.”
La genialidad de esta novela está precisamente en que prácticamente las 140 páginas de esta novela transcurren durante el tiempo que Kelly está atrapada en el coche y a partir de aquí enfrentada a la muerte y siendo consciente de su presencia, explora lo intimo, lo psicológico y lo político, todo en una tacada. Es una genialidad de novela porque pocas veces nos encontramos con un personaje que está enfrentado a su propia muerte, los últimos pensamientos de Kelly en el agua reviviendo recuerdos de su infancia, su idealismo y poco a poco siendo consciente de la irrealidad de estos sueños y en este detalle me ha recordado mucho a la novela de Carole Maso “Ava”. JCO no se corta un pelo, y hay algún momento que es como una bofetada cuando en un juego narrativo recurrente, Kelly recuerda el zapato del senador que se queda en el coche mientras él escapa: “para escapar a pie cojeando de un modo vergonzoso con un zapato sí y otro no, una cantinela que algún día podrían entonar sus enemigos para maldecirle si no conseguía evitarlo”. La novela está repleta de simbología sobre el poder y su corrupción, y más poderoso que el símbolo del coche en el que está atrapada como una jaula, es el del zapato del senador el que a mí me deja impactada y cómo JCO usa una prenda tan simple como un zapato para simbolizar no solo el fracaso de la política y su impunidad sino el fracaso de los ideales de Kelly.
¡Qué vergüenza, aquella desesperación con que se había agarrado al hombre, a la pernera de su pantalón, a su zapato! Mientras él daba patadas para liberarse, y le dejaba la mano y el zapato empapado.
¡Su zapato!”
Agua Negra es una novela muy corta y claustrofóbica en la que la estructura narrativa de la repetición de frases recurrentes con una pequeña variación en alguna palabra, será lo que denotará la paulatina toma de conciencia de sí misma de Kelly. Entre sueños y recuerdos, Oates nos recuerda que Kelly sigue bajo el agua negra y pantanosa, como si ella fuera un sacrificio para los dioses, y cada vez que vuelve a ese coche bajo el agua, el lector se sentirá más y más asfixiado. JCO le da voz a una mujer que en su momento fue silenciada por los más fuertes, sigue ocurriendo todos los días. JCO es para mí la autora que más y mejor habla de nosotras.
La traducción es de Montserrat Serra Ramoneda.
“Mientras el agua negra subía a su alrededor de un modo imperceptible y esa agua negra se escurría, se filtraba gota a gota deslizándose en finos hilillos como lágrimas por su rostro y le parecía notar el blando contacto de cientos de sanguijuelas que a tientas adherían sus bocas sobre su cuerpo; no, era solamente agua..."
Comentarios
Publicar un comentario