Crematorio, de Rafael Chirbes

 


 

 ♫♫♫  "Weinen, Klagen, Sorgen, Zagen" from Cantata BWV 12 - 

 J.S. Bach ♫♫♫


"El principio de la realidad que tanto le gusta a su padre: La vida no es lo que tú llevas en la cabeza, es lo que las cosas son, le decía cuando sentía que debía aportar algo a su educación, aunque no fuera más que ayudarle a apearse de sus fantasías. Lo de la cabeza no puede estar ahí antes, tiene que venir después. La cabeza se llena con lo que te vas encontrando fuera, con material del exterior."


De Rafael Chirbes lo primero que leí fue hace unas semanas La Buena letra y me quedé bastante impresionada. Este año la verdad es que me propuse leer más literatura española:  tengo una asignatura pendiente con nuestros autores porque aunque sí que he leído cosas, salvo alguna excepción, me sentía poco conectada así que este año he leído a autores que no suelen estar en el candelero entre ellos, Rafael Argullol, Andrés Ibañez o Juan Francisco Ferré y la cosa iba encarrilada, iba muy bien, y se me cruzó La Buena Letra. Pero resultó un texto tan corto que me supo a poco así que me decidí con Crematorio, y tengo que admitir que ni La Buena Letra me había preparado para esto, no tan simbólico como pudo ser La Buena Letra pero el realismo de Crematorio se puede decir que viene disfrazado porque es igual o más poética que La Buena Letra: sus bofetadas de realidad mantienen al lector anclado prácticamente sin respiro hasta que acaba cada capítulo y creo que es por su profunda atención a los pequeños detalles, al fluir de la vida y por la forma en la que encadena esa profunda ternura que Chirbes acaba sintiendo  por sus personajes aunque pueda ser brutal en su realismo. Cada capítulo estará narrado por un personaje diferente, en un flujo de conciencia intermitente, en el que el capítulo completo constituye a la vez un único párrafo. Desde el comienzo de cada capítulo hasta el final (algunos más largos que otros, quizás 11 o 12 capítulos) ocho personajes ligados a la familia Bertomeu o pertenecientes a la misma, nos narrarán sus propias vicisitudes. Matías Bertomeu acaba de morir y a partir de aquí se pone en marcha este finísimo artilugio de ingeniería literaria que será esta novela, magistralmente narrada por Rafael Chirbes.


"En cualquier caso, acepto que hay códigos de familia, reglas que deben cumplirse aunque uno haya tenido las peores relaciones, también eso ocurre como en el teatro, finges que no ves la fragilidad del decorado, de la tramoya, para seguir adelante con tu papel, y dar correctamente la réplica. La fraternidad se incluye entre estos estados que obligan al cumplimiento de drásticos códigos de representación."


Matías Bertomeu fue un ideólogo que cansado y desencantado de la política la cambió por la ecología y la agricultura de postureo. Su hermano Rubén, que soñaba con ser un arquitecto refinado eligió convertirse en constructor y promotor inmobiliario. Rubén será el centro neurálgico de esta novela que retrata como ninguna lo que fue la España postfranquista hasta llegar a este siglo XXI en el que el hormigón se convierte casi en el protagonista de la vida de estas familia. Crematorio fue publicada en 2007 justo un año antes de que estallara la burbuja inmobiliaria y se puede decir que ya todo estaba aquí porque se estaba narrando un momento crucial de la sociedad española. El franquismo es ya cosa del pasado y había nacido una sociedad democrática y capitalista en la que el dinero mandaría por encima de todas las cosas ("Si muchos tienen mucho dinero, el dinero pierde valor, deja de ser útil. El dinero vale porque hay poco y porque el poco que hay se acumula en pocas manos. Si no, se devalúa: para volver de la compra con un paquete de mantequilla en una mano tienes que salir de casa llevando en la otra un cesto repleto de billetes..., en el mundo económico el dinero es el resumen de la mercancía."), y aunque parezca hipermegaexagerado lo que nos estaba contando aquí Chirbes, un año después de la publicación de la novela, se demostró que todo era pura realidad y que no formaba parte de ninguna especulación literaria,  que en definitiva esta novela no era otra cosa que el estudio de un hipercapitalismo exacerbado. A través del retrato que Chirbes hace de esta familia ligada al auge inmobiliario a lo largo de la costa del Mediterráneo, estaba retratando una parte de una España que aspiraba a toda costa a la exclusividad.

 

"Si pega su cara al metacrilato de la ventanilla, podrá ver este paisaje enfermo, todas las edificaciones apelotonándose unas sobre otras, los solares, las grúas, y el mar quieto como una mortaja bajo la luz dolorosa del mediodía, luz como de pesadilla, polvo de maquillaje que envuelve los matorrales, los árboles resecos.

Pero ahora ya vemos el anticristo, está entre nosotros: se llama Hormigón..."


A través del monólogo imparable de cada uno de los personajes: Rubén Bertomeu, el pater familias, su joven esposa Mónica, la hija de su primera esposa, Silvia, su yerno, Juan Mullor que está preparando una biografía de Federico Brouard, viejo amigo de los hermanos Bertomeu, afamado escritor y algunos personajes más ligados a la empresa inmobiliaria, Rafael Chirbes se centra en los pequeños detalles, en los traumas de infancia, en las injusticias, en la corrupción por defecto cuando el ganar dinero  ya se amasa con el  piloto automático puesto, también en el drama psicológico que parecen sufrir cada uno de estos personajes insatisfechos y desconectados de la realidad. Una novela que además estará narrada en un solo día, precisamente el del día en que será incinerado el cuerpo de Matías. Muchos personajes construyen sus monólogos conduciendo el coche a lo largo de autovías interminables, con un paisaje de fondo de cemento y urbanizaciones idénticas las unas a las otras en las que se atisbará el mar de fondo, un mar que parece lo único real en un escenario de cartón, piedra y cemento. "Aquí todo el mundo tiene prisa, una urgencia como de último día del mundo, se acaban las conversaciones enseguida y se pasa al asalto." Una España que parece haber quedado reducida a cemento y edificios que apenas dejan aire para poder respirar. Todos y cada uno de los personajes aparecen asfixiados por el entorno, e incluso la generación más joven a la de Matías y Rubén, que reniega de esta empresa constructora por lo que puede representar no solo para la economía sino para el entorno natural, realmente no deja de ser una negación solo de cara al postureo porque es un sistema que sostiene toda una forma de vida de cara a la galería y al dinero. Chirbes no deja ni un momento de cuestionar este pijerío que vive a costa del confort de este hormigón armado. Yo diría incluso que el aspecto clave de esta novela es también el análisis político que hace de una España, que cuando acaba la novela, está totalmente perdida, sumergida en una profunda crisis moral y existencial; no sé hasta qué punto Chirbes no daba un duro ya por el ser humano a tenor de en qué se había convertido el idealismo inicial de sus personajes, incluso el de Rubén.


"Hemos vivido una etapa inigualable de progreso, y, sin embargo, con demasiada frecuencia no sabemos qué hacer con lo que nos brinda. Si no hemos sido más felices, seguramente se debe a que el ser humano no da mucho más de sí."


Pero no es solo el retrato que hace de una España en caída libre lo que puede impactar de esta novela, sino además el retrato psicológico que hace de cada uno de sus personajes a través del flujo de conciencia de cada uno de ellos. La información casi vuela a la velocidad de la luz a medida que comienza  cada capítulo y el monólogo interior dispara datos, reflexiones, recuerdos y cada capítulo adoptará el estilo narrativo del personaje en cuestión. El florecimiento y caída de una sociedad, la española, va íntimamente ligada al auge y caída de sus personajes, pero el íntimo, el de la reflexión interna, el del desgaste de las ideas, el del desencanto de sí mismos. Lo que realmente me ha fascinado es como Rafael Chirbes consigue enlazar temas tan universales como el de la masculinidad y la sexualidad, con el capitalismo, el turismo, incluso el papel de la mujer que tiene que desenvolverse en un torno eminentemente masculino y cómo en este entorno, ellas pueden ascender socialmente más rápidamente que ellos. Chirbes además crea una novela réquiem en la que no solo todo girará en torno a la muerte, sino que la presencia del cuerpo de Matías en el curso de estas 24 horas, dará lugar al repaso de toda una existencia. Y Chirbes no se corta un pelo, nos saca los colores, nos zarandea y nos pone frente a frente a un país que en menos de medio siglo estará más desencantado que nunca en toda su historia, pero y sobre todo, lo que más me ha maravillado de esta novela que es casi una epopeya, será la reflexión que hace sobre el arte, la literatura y sobre todo la creación literaria ¿O es que el arte no es precisamente la mezcla de trabajo y representación?”,  porque de alguna forma está identificando el arte con la vida, y porque andarán íntimamente enlazados. Admito que no he leído mucha literatura española, pero de la que me he encontrado en mi vida, Crematorio sea quizás una de las novelas más importantes, y Ruben Bertomeu uno de los personajes más colosales, ambiguos y absolutamente realistas,  que será además como el hormigón, arrasando todo a su paso. Termino con la impresión de que Chirbes ha trazado un símil entre lo que es la escritura y lo que será la vida misma, pura resistencia. 


"Escribes muy bien, no te abandones. El don no es nada; o lo es todo, si tienes cuidado de añadirle la disciplina. Se necesita capacidad de resistencia."

 

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