Y Demás (Such), de Christine Brooke-Rose

  



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¿Qué pasa con el subconsciente cuando el cuerpo yace en las últimas, por ejemplo? ¿Lo saben?”


Christine Brooke-Rose es una autora que a primera vista pudiera parecer impenetrable y compleja pero a medida que el lector entra en el juego de cómo transforma las formas novelísticas tradicionales, esa complejidad ya no lo parece tanto precisamente porque se está cuestionando continuamente la ficción en sí misma y este lector ya no se toma tan al pie de la letra el argumento, sino que se va fijando en otras cosas, detalles que tienen que ver con el lenguaje y con sus limitaciones, detalles que están conectados con el yo más íntimo. Entre fue la primera de sus novelas que leí, y he desarrollado una debilidad por ella,  por cómo está planteada y cómo está contada, no solo por la dificultad que conlleva que sea una novela  experimental sino que acaba siendo un texto profundamente autorreflexivo (y en su caso autobiográfico también) pero en "Y Demás", la cosa se complica un poco más y en un principio parece una novela en la que no se entienda absolutamente nada. Todo es a primera vista un batiburrillo totalmente fragmentado en el que hay que ir uniendo no solo las piezas, sino casi la sintaxis. Voy a intentar desglosar un poco esta novela según las notas que me hice entre este caos fragmentario:


Un astrofísico y psiquiatra prestigioso (Lázaro, Larry, Laurence, un nombre para cada etapa de su subconsciente) muere repentinamente, osea, cuando la novela comienza está en su ataúd aparentemente muerto, y ya en este umbral de lo desconocido, parece transportado a un estado alucinatorio donde comienza a vivir aventuras totalmente surrealistas o de ciencia ficción: por poner un ejemplo, estando en este ataúd una mujer espía se sienta sobre él y establece una comunicación con él cuando ya no está en esta realidad. En este estado subconsciente (o limbo), que durará los 3 minutos del masaje cardíaco que le practicarán y que conformarán la Parte I de esta novela,  comienza a mezclar y a revivir momentos de su vida, de su pasado, de su actividad académica. Recuerda su infancia y su pasión por las estrellas. (“¿Pero, qué me sucedió exactamente, Brenda? ¿Morí de verdad?”) Todo esto es vivido en ese estado entre la vida y la muerte, en la que la conciencia se amplia hasta el infinito como si pasara a formar parte del mismo cosmos o del universo, recordemos que serán 3 minutos, pero todo un universo autoconsciente se desplegará ante él. Estas estrellas se mezclan con sus memorias personales y aquí es donde surge esta autorreflexión de la que hablaba al principio en la que se establece una conexión entre lo más íntimo y lo personal. Se puede decir que la conciencia del personaje se despliega en este viaje postmortem y todos los personajes que aparecen, desde la mujer espía hasta los cinco hijos que llevan nombres de piezas de jazz, forman parte de ese pasado, recuerdos de infancia, relaciones amorosas, frustraciones académicas y culpas varias, en definitiva de lo que está hecha la vida.


El instante entre la nada y el tiempo. O, si lo prefieres, entre la eternidad y el tiempo. O viceversa. El instante de la muerte, ni antes ni después, que permite una transición no temporal en el tiempo de un estado a otro, a través del que los dos interpenetran una consciencia total de ambos, el total de antes y el total de después, de los cuales el primero permite elegir de una vez por todas.”


La conciencia de Lázaro/Larry/Laurence se dispersa cada vez más y aquí entra en juego esa desintegración o descomposición del cuerpo pero no tanto de la mente “… o que experimentos recientes en el campo de la resucitación han demostrado que la vida va menguando poco a poco, y puede seguir durante un largo periodo en un cuerpo incapaz de ella. Se puede mantener la vida en algunos órganos, como ya sabes.” Christine Brooke-Rose está jugando precisamente con el hecho de que el cerebro se mantenga despierto cuando ya el entorno real ha desaparecido. Tengo que confesar que estoy simplificando muchísimo lo que es esta novela, pero reduciendo el concepto general a esto, me doy cuenta que lo que cuenta aquí esta autora es apasionante. En este caso, el infinito del universo funciona como un reflejo del narrador disolviéndose: la conciencia individual es lo último que desaparece y mientras lo hace se mezcla en un todo. Desde el momento en que la novela está narrada desde el punto de vista de un personaje disolviéndose, ya está rompiendo el estereotipo ficcional: no hay un narrador estable sino una conciencia que delira entre recuerdos, sensaciones y memoria.


- Lo que no se puede decir es el momento preciso en que el alma deja el cuerpo.

-¿El alma, Brenda?

- La psique, como prefieres llamarla tú.

- Ah, los nombres, ¿para qué queremos nombres?”


Christine Brooke-Rose está jugando continuamente con el concepto de los nombres, que sirven solo para esconder cosas cuando en este universo solo debería ser importante la conciencia de uno mismo. Durante la novela me estuve acordando de  "2001, Una Odisea del Espacio" de Kubrick,  porque jugaba más o menos con los mismos conceptos. Es cierto que en momentos la lectura se me hizo un poco cuesta arriba porque Christine Brooke-Rose se apoya mucho en el lenguaje y la jerga de la astrofísica, y en ese aspecto Entre es una novela con la que conecté muchísimo más, también por motivos personales. Sin embargo, como los grandes autores, como las grandes novelas, "Y demás" es una novela que se prestará a la relectura siempre, tiene infinidad de capas y Christine Brooke-Rose juega continuamente con la precisión del lenguaje, con las palabras, con las expresiones y sus posibles significados, estableciendo un juego humorístico con estas conexiones. A través de una serie de historias fragmentadas e interconectadas, el libro profundiza en las complejidades de la identidad, la memoria y la comunicación.


Podría salir volando ahora en mi relativa falta de atracción entre dos cuerpos, salir de mi vínculo, de mi responsabilidad hacia si la tengo; al fin y al cabo, yo no le pedí que me tendiese la mano. No elegí este camino, quería solo opacidad, la nada. No encargué estas complejidades, estas leyes secretas y los misterios ñoños de Algo. La oscuridad enfría mis pensamientos, la oscuridad me congela y y me siento solo.”


Con su estilo de escritura poco convencional "Y demás" invita al lector a cuestionar su comprensión de la realidad y las limitaciones del lenguaje, porque realmente estas limitaciones a la hora de expresar algo relacionadas con el yo más íntimo están siempre presentes, unas limitaciones del lenguaje que ni siquiera los nombres podrán resolver, y por eso en ese estado del subconsciente Lázaro/Larry/Laurence será llamado Alguien y el llamará Algo a la mujer-espía que lo ayudará a comunicarse en este limbo. Christine Brooke-Rose es una autora que confía ciegamente en el lector y lo coloca a su mismo nivel porque aunque este lector (como en mi caso) no lo haya pillado todo, le está dando libertad a través de estos detalles autorreflexivos para que construya su propia historia. Tengo que agradecer infinitamente a Greylock Editorial por habernos traducido y traído esta novela de una autora tan interesante, al igual que en su momento lo agradecí a Piel de Zapa Editorial por Entre.

La traducción es de Itziar Hernández Rodilla.


"Temo una segunda muerte. La primera llegó con facilidad y sin darme yo cuenta, pero tener que hacerlo todo otra vez y sin recordar del todo qué, salvo cierta ceguera, sordera, incapacidad de hablar tal vez a través de un paladar hendido o algo así, me llena de terror. Y aún así temo una segunda vida más que a la muerte."

 

 

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