Sigo sin saber de tí, de Peter Orner

 


⭐⭐⭐⭐

♫♫ ♫  Fade Out - Still Corners  ♫♫ ♫

 

 

 También tenía pulcramente organizadas, por fecha, las cartas que envió mientras peleaba su propia guerra. Le escribió a mi abuela una carta al día durante los tres años y medio que estuvo en el Pacífico. Las encontré metidas dentro de una bolsa de plástico verde de la tienda de Marshall Fields en el fondo de un armario, años después, incluso después de la muerte de mi abuela, cuando ayudé a vaciar la casa para venderla. Las cartas estaban unidas con gomas elásticas y ordenadas por mes y año. En ellas le insiste a mi abuela que le responda, que le cuente que está pasando en casa.

- Por favor, Lorraine, ¿no puedes dignarte a tomar papel y un bolígrafo y responderme?”


Sigo sin saber de ti, el titulo, proviene precisamente de este párrafo maravilloso contenido en un capítulo en el que Peter Orner comienza hablando de los libros de su abuelo y acaba hablando de las cartas que le envió a su abuela durante la guerra,  es la forma que tiene  Orner de enlazar los libros con estas memorias tan personales y que realmente no estoy segura de que se puedan considerar memorias estrictamente hablando porque mezcla retazos de su vida, desordenadamente, con crítica literaria y llegado un momento incluso durante el proceso, es capaz de crear más que ensayos, microrrelatos que desbordan talento. Las cartas que su abuelo escribía y que su abuela no contestaba se convierten en una especie de fragmento de vida y Orner deja la puerta abierta para que nuestra imaginación vuele y completemos esta memoria en la que probablemente su abuela ya debía estar lo suficientemente ocupada con mantener un trabajo y criar unos niños durante la dificil época de la guerra, como para que pudiera sacar tiempo para escribir cartas, y sin embargo, su abuelo como buen escritor de cartas, también era buen lector, y permanecía esperando material de lectura que nunca llegaba. 106 pequeños ensayos, cortos, algunos apenas de una página, que se pasan volando por lo fácil que resulta conectar con este autor. Algunos instantes que esboza Peter Orner, se quedan ya impregnados en la memoría al igual que las fotografías de Robert Frank o William Eggleston: "Hay algunas personas que no temen llorar en público. Los ves en restaurantes, en autobuses. El otro día, en una gasolinera Sunoco en Rutland vi a una mujer en el surtidor de al lado llorando a mares mientras ponía combustible.""



"En este libro ciertos momentos duran páginas enteras. En otros pasajes, años enteros pasan en una sola oración. Algunos personajes protagonistas se vuelven secundarios. Muere gente en medio de un párrafo. ¿Pero no es así acaso como pasa la vida? Un pestañeo y las cosas se olvidan.""



De Peter Orner ya hablé hace poco a raíz de la reseña de ¿Hay alguien ahí?, así que lo más importante ya lo dije en esa reseña y no quiero repetirme pero Sigo sin saber de tí, es como una extensión, un extra para los que nos quedamos con ganas de más. Orner ha sido un descubrimiento, una explosión de frescura en el muchas veces encasillado mundo de las memorias/criticas literarias. La aproximación de Orner no es solo fresca, sino que contagia su entusiasmo por los libros de una forma tal, que leyéndole parece que estuvieras en una conversación eterna con un amigo en la que no solo habláis de libros sino de retazos de una vida. Incluso hay un momento en el que Peter Orner sentado en un bar con un amigo, que le está contando una experiencia traumática, éste le llega a espetar a Orner. ¿Nunca vas a parar? ¿No te cansas de hablar siempre de lo mismo?... porque Orner había enlazado la experiencia de su amigo con un cuento de Isaak Babel en el que prácticamente pasaba lo mismo. Es una forma maravillosa de establecer estas conexiones, el presente, la realidad del día a día, las experiencias personales y los libros. Todo estaba ya antes ahí.


"Murmullos, golpes en la puerta, ruegos. Mi madre se encerraba a leer con una pequeña luz de noche y mi padre giraba el picaporte y descubría que se había encerrado.
¿Rhoda?"

[...]

Mi padre en medio del del dormitorio de mi madre en la primavera de 1987. Me imagino su furia, su dolor, su humillación, la soledad. Mi hermano dice que cuando escribo sobre nuestro padre siempre le perdono la vida. Que estoy tratando de reescribir una historia patética en busca de una especie de falsa redención.”


Me siento identificada con Peter Orner no solo porque me encanta hablar de libros y que me hablen de ellos, que me descubran autores nuevos, sino sobre todo por la manera en que encaja esto con su vida, y en este caso con sus padres. Es un tema que ya abordé en la reseña de ¿Hay alguien ahí? especialmente la manera en la que le influyó su padre, a pesar de que fue un hombre difícil. En Sigo sin saber de tí sigue intentando exorcizar unos momentos no agradables a veces, casi siempre conectados con sus padres. Ese rastreo en los sentimientos ya como adulto de una infancia en la que los hechos se captaban de otra forma, resulta casi sanadora, y el hecho de que lo comparta, muy generosa. En este aspecto la escena en la que su madre se ve obligada a pasar una noche fuera de casa a causa de una tormenta, resulta conmovedora por todo lo que se intuye de una vida. No dejéis escapar a Peter Orner porque la perspectiva se ampliará, siempre...

La traducción es de Damián Tullio.


"Una vez Ford Madox quiso indicarle a Jean Rhys que agregara más pasajes descriptivos en sus cuentos. La palabra que usó fue Topografía. Un lector, dijo, necesita saber dónde está parado. Tus cuentos son esqueléticos, le dijo Ford. Son como tú. No tienen suficiente carne. Ford Madox fue el primer escritor que le prestó atención a su escritura. Sabía que era distinta a todos y, como la mayoría de los hombres de la época, como la mayoría de los hombres de todas las épocas, se sentía autorizado a moldear la escritura de ella como le diera la gana… [...] se volvieron amantes mientras vivieron en París durante la década de 1920. Pero una cosa es el sexo, los libros, una charla amena con un buen vino de por medio, y otra muy distinta la obra de Jean Rhys.


Ella tomó todo lo
lo que había escrito y eliminó las descripciones. A la mierda con la topografía."

 

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