Ifigenia en Forest Hills, de Janet Malcolm
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♫♫♫ Lullaby - The Cure ♫♫♫
“La fragilidad humana sigue siendo moneda de cambio y la maldad, el impulso que anima al periodista. Un juicio proporciona oportunidades únicas a un periodista despiadado. Los periodistas que asisten juntos a un juicio prolongado desarrollan una camaradería especial que nace del buen animo compartido: sus artículos se escriben solos; basta con tirar de la fruta madura que cuelga de los atroces relatos de los letrados. Pueden sentarse tranquilamente y disfrutar de la función.”
Hacia tiempo que quería leer algo de Janet Malcolm aunque no sea mi tipo de lectura habitual pero es cierto que a veces tienes que salir de tu zona de confort para conocer otras aproximaciones literarias, y el hecho de que Janet Malcolm fuera sobre todo periodista, no la hace menos literaria. Me llamaba la atención la fama que tenía por sus enfoques críticos sobre el periodismo y lo que me interesaba sobre todo, era si era capaz de cuestionar las convenciones éticas a las que se enfrenta todos los días el periodismo. En algún momento aborda la cuestión de la fragilidad humana contrapuesta a la objetividad de la narración. Somos testigos todos los días de como las noticias nos llegan ya manipuladas y nunca estamos del todo seguros de esta objetividad en beneficio del morbo y del sensacionalismo y en detrimento de esta fragilidad humana. Janet Malcolm que había seguido un juicio para el New Yorker donde la doctora Borujova es enjuiciada con su cómplice por haber contratado a un asesino para matar a su ex marido Daniel Malakov, tras haber perdido ella la custodia de su hija Michelle, convierte este libro en el testimonio de su perspectiva, no solo como periodista a la hora de analizar la objetividad con que se cuentan estas noticias, sino que el libro también sirve como análisis del sistema judicial americano en el que viene a decir que la verdad es lo que menos importará, sino que la puesta en escena de un circo mediático es lo único que acaba valiendo. El elenco de actores de este show, letrados, acusados, jurado, testigos, estenógrafos, intérpretes y jueces, acudiran todos los días a una obra de teatro donde se está juzgando, en este caso, a dos personas de asesinato, y aquí comenzarán a confluir una serie de factores en la que la verdad se verá distorsionada.
“En la vida ninguna historia se cuenta dos veces exactamente de la misma manera. Va cobrando formas distintas conforme la arcilla de la actualidad pasa de mano en mano. Y no nos sorprende. Solo en los juicios esto se equipara con la falsedad. “
El crimen que sucede frente a la hija de cuatro años se convierte en una especie de circo mediático cuando llega a los tribunales. Lo que añade una dimensión cultural y comunitaria al tema es el hecho de que sus protagonistas forman parte de una comunidad religiosa ccerrada de judíos bujaries de Queens, con normas muy rígidas en torno a la familia, el matrimonio y el estatus y esto le servirá a Janet Malcolm no solo para reflexionar sobre el sistema judicial sino sobre la fragilidad del individuo frente a este sistema judicial, en este caso el de la supuesta asesina: una madre que lucha por conservar a su hija y termina sentada en un tribunal acusada de un crimen (“Había recurrido al Estado en busca de ayuda y el Estado se la había proporcionado, pero, a cambio de su protección, le exigía el control de una parte de su vida, su maternidad”) y es de aquí de donde viene el titulo de este libro, porque la historia de Borujova, su marido asesinado y su hija Michelle, evoca la tragedia griega. Según Esquilo, Clitemnestra se ve obligada a asesinar a Agamenón en parte para vengar la muerte de su hija Ifigenia, que fue sacrificada por su padre para triunfar en la guerra. “Estúpida, estúpida, ¿qué has hecho? No volverás a ver a Michelle nunca.” En este aspecto Janet Malcolm muestra un gran refinamiento enlazando la figura de Ifigenia con la de Michelle, la verdadera víctima de este embrollo, sacrificada en aras de intereses orquestados por adultos porque desde el momento en que sus padres entran en conflicto y uno de los dos acaba asesinado, ya está sacrificada como lo fue Ifigenia. Janet Malcolm está continuamente poniendo en evidencia su propio papel en el relato, el de periodista que se debe a la objetividad, y de alguna forma y a través de este análisis, expresa lo difícil que será el límite entre ficción, representación y verdad, expondrá todos los puntos, los fallos del sistema judicial en el que las víctimas siempre serán los más frágiles, y donde el poder de la manipulación será el auténtico progagonista, sobre todo también viene a reflejar que el ser humano no es un autómata y que por defecto siempre tomará partido, forma parte de la naturaleza humana.
“En una sala judicial nadie debe ir con nadie. Pero todos lo llevamos en la sangre: tomamos partido igual que respiramos. “
Lo que hace Janet Malcolm es periodismo literario porque el texto tiene ritmo y lo va guiando de tal forma que el propio lector tiene que ir tomando decisiones. “El periodismo es una cuestion de confianza. Los periodistas no nos retorcemos las manos ni nos rasgamos las vestiduras ante los delitos y las tragedias sin sentido que nos proporcionan nuestras noticias. Explicamos y acusamos.” Janet Malcolm da los datos de esta madeja de lana enmarañada pero no da las respuestas porque le interesa más el proceso y cómo se intenta construir la verdad en un tribunal..., la verdad estará muy escondida e incluso ninguno de los actores de este circo sepa realmente dónde está esa verdad. Es interesante como una vez llegado al final, lo que nos viene a decir Janet Malcolm es que desconfíemos de las verdades absolutas, del relato oficial que se escuda bajo las bases del poder y la manipulación. La autora insiste en la subjetividad del autor pero también es verdad que no construye sus personajes como personajes de ficción, aunque si les da entidad a la hora de situarlos. Su estilo frío y analítico va revelando las grietas de un sistema en el que la fragilidad humana apenas es contemplada y cuestiona tanto el sensacionalismo del periodismo fácil como a nosotros a la hora de dejarnos manipular sin interpretar los hechos como se merecerían
La traducción es de Catalina Martinez Muñoz.
“Los expedientes judiciales no revelan lo que en realidad estaba ocurriendo entre Borujova y Malakov mientras su matrimonio se desintegraba. Los expedientes judiciales son una burda alegoría de la mala fe, poblada de personajes exagerados y unidimensionales. Pese a todo, algo de verdad se filtra en ellos, como sucede con todo lo que se escribe o se dice.”
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