La Portuguesa, de Robert Musil (Cuento)

 



⭐⭐⭐⭐⭐

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"Cuando Ketten vio a su mujer cabalgando hacia la montaña, no quiso retenerla. Él no se lo agradeció, pero algo había en ella que, sin dominar su voluntad ni ceder a la misma, al eludirlo de algún modo lo atraía y a la vez lo obligaba a ir tras ella, sumido en un torpe silencio, como una pobre alma perdida.”

 

Acabo de descubrir a Agustina Bessa-Luis, que diréis que a ver que pinta en esta reseña de un cuento de Robert Musil, pero sí, realmente cuando menos te lo esperas surge la conexión. Agustina es una escritora soberbia, inmensa, nada fácil, en la que hay que detenerse, respirar y regodearse en el texto. En uno de estos respiros, se me ocurrió ponerme con un cuento de Robert Musil, un autor hasta ahora desconocido para mí. En su libro, Tres Mujeres, tres relatos sobre tres mujeres contados por tres hombres, me encontré con La Portuguesa, un cuento corto que me atrapó enseguida. Agustina Bessa-Luis y Robert Musil, ¿dónde está la conexión, entonces??? En 2018, la directora de cine portuguesa Rita Azevedo Gómes adaptó este relato de Musil, una adaptación de la que se encargó Agustina Bessa Luis un año antes de fallecer. Un regalo de conexión, de casualidades, de encuentros inesperados…


"En verdad, todos los Ketten eran resplandecientes caballeros pero solo lo demostraban en el año en que salían en busca de novia. Sus mujeres eran hermosas, porque ellos querían que sus hijos fueran hermosos, y en el extranjero, donde no eran tan apreciados como en su país, no hubieran podido, de otro modo, conquistar semejantes mujeres."


Este cuento de Robert Musil nos presenta una historia que podría estar situada en la Edad Media en un paraje montañoso alejado y escondido, los Alpes quizás, una historia de hombres que luchan en la guerra mientras las mujeres esperan durante años a que vuelvan, siempre prisioneras de esa espera. Musil nos muestra al personaje central, el punto de vista masculino, el señor von Ketten, que sale de su país a buscar una esposa, y la encuentra, una extranjera, una portuguesa. La vida de von Ketten está basada en la guerra, en la muerte pero los hombres von Ketten durante un momento de su vida, se toman un descanso y salen de su país a cortejar a la mujer que se pueda convertir en su esposa. Cuando la portuguesa llega al castillo enseguida es consciente de lo agreste del lugar, tanto, que el paisaje refleja bien el carácter de los hombres von Ketten.


"Cuando Ketten llegó, vio un flotante vestido, gris claro, con flores de un gris oscuro, los negros cabellos trenzados en la noche, y la linda nariz que se perfilaba nítidamente sobre la tersa e iluminada superficie amarilla de un libro con misteriosas ilustraciones. "

"Apaciblemente instalada en su rico atuendo, con la falda que descendía en incontables pliegues, la figura se elevaba por sí misma y en sí misma acababa, semejante al chorro de una fuente. Ahora bien, ¿Como liberar el chorro de una fuente, y arrancarlo de su vacilante existencia, tan dócil a sí misma, sino mediante la magia o el milagro? Al abrazar a esa mujer, uno podía de pronto chocar con una mágica resistencia." 

 

El milagro de este relato está en  la forma en la que Robert Musil nos presenta el retrato de esta mujer desde el punto de vista de su marido. Ella, que deja definitivamente su tierra y se ha alojado en aquella tierra montañosa, se va desplegando ante un marido continuamente fascinado por esta mujer, rebelde y misteriosa. En La Portuguesa Robert Musil aborda sobre todo el tema de la identidad, de los roles de género firmemente asentados porque mientras ella permanece durante años confinada, von Ketten que se pasa años alejado de ella, en los momentos en los que se reencuentra con ella, es como si viera una desconocida, hay una tensión entre ellos en la que no parece que puedan conocerse nunca realmente. La identidad de cada uno parece firmemente escondida para el otro. 

 

"La simple ternura ¿no es acaso más inquietante? Al entrar él silenciosamente, ella le consagró la mirada que se dedica a un abrigo que uno ha usado largamente y que sin embargo hace mucho que no ve, o sea algo que siempre parece un poco ajeno y en cuyo interior uno sin embargo se desliza." 

 

Von Ketten que vive permanentemente en un estado de alerta, su vida es la guerra, ejerce ese control sobre una esposa para él siempre ausente, y en este aspecto, y es a través de este apellido escogido por Musil (Kette es cadena en alemán, el señor de las Cadenas) que se hace continuamente presente el supuesto papel pasivo que debe adoptar la mujer, con unas cadenas como continuo recordatorio de que no es libre. Es increible todo lo que cabe en este relato tan corto, todo lo que muestra Robert Musil sobre la psicologia de estos dos personajes que aunque transcurra en esa época tan lejana, hay temas todavía tan candentes y actuales en relación a esta espera, a esta inactividad a la que se ven abocadas muchas mujeres. Musil expone continuamente, y a través de las reflexiones de von Ketten en torno a su mujer, todos estos tópicos en torno a los roles de género. Un relato hermosísimo.

 

Un bosque puede abrirse, pero su alma siempre retrocede. La portuguesa atravesaba grandes zonas arboladas, trepaba a las rocas, seguía rastros y alimañas, pero el regreso solo traía consigo esos pequeños temores, esos obstáculos vencidos, esas curiosidades satisfechas que pierden toda su fuerza cuando se sale del bosque. Apenas se salía del bosque, éste se cerraba a espaldas de uno."









A Portuguesa, 2018, Rita Azevedo Gomes


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