B-17 G, de Pierre Bergounioux

 

⭐⭐⭐⭐⭐

♫♫ ♫ Brothers in arms - Dire Straits ♫♫ ♫

 

Toda acción, todo amor está acosado por la espera de una historia que habrá de cambiar su verdad cuando por fin sepamos cuál es esa.” 

(Maurice Merleau-Ponty)


Nacieron hacia 1925 y sus primeros recuerdos son los del Jueves Negro, los de la Gran Depresión. [...] Los aviadores eran originarios de ciudades en las que los rascacielos habían suplantado los wigwans, a las ciudades pequeñas provistas de escuelas secundarias. Había que tener algunas nociones de matemáticas, de mecánica, un diploma en educación primaria obligatoria para poder pilotar un aparato de cuatro mil ochocientos caballos. Los negros, los blancos de los Apalaches, los agricultores del Mid West, el proletariado del Bronx o de Queens se unen a los Marines para luchar a ras de suelo, en la jungla pútrida de las Islas del Pacífico.”


Cuando llegan autores como Pierre Bergounioux a mi vida, ya no los suelto, y este encuentro ha sido inesperado porque tenía el libro desde hacía tiempo pero se puede decir que inesperada fue la decisión de sacarlo de la estantería este fin de semana. 62 páginas en las que Bergounioux aborda lo que otros hubieran tardado 800 páginas en narrar y no se puede decir que el tema me entusiasme ¿un bombardero de la Segunda Guerra Mundial?, quizás por eso había dejado el libro en la estantería, pero si entonces hubiera sabido que la prosa de Bergounioux, me seduciría de esta manera, hoy ya me habría leído todo lo que hay editado de él. La verdad es que estoy maravillada por lo que me he encontrado aquí, un autor que a partir de una imagen que vio en televisión en 1965. y que se queda ya grabada en la retina, años después, consigue enlazar instantes históricos y ficticios, instantes de su memoria con Saint Exupery, Faulkner o Hemingway, y con datos históricos casi fantasmales, para terminar tomando la forma de un personaje, Smith, una especie de arponero melvilliano o cazador como viene a decir Pierre Michon en su postfacio.


Porque bajo las apariencias soleadas, encantadoras de la Belle Epoque y ocultos tras todo lo que se consideraba inmutable, los aprendices de brujo, los adeptos a la magia blanca y negra, los sabios, los políticos, los ingenieros, los doctrinarios, los asesinos, todos juntos, se ponían manos a la obra y preparaban sus útiles. Los niños que crecieron, como todos lo han hecho desde que existe la infancia, en un pueblo verde, o en su minoría en una de esas calles provinciales sin coches de una gran ciudad o de una capital, aquellos inocentes, tras el transcurrir de los años prodigiosos, hubieron de subirse en la carlinga de una B-17G para hacer llover sobre la ciudad en vez del azufre, el fósoforo, que es igual de destructor.”


Bergounioux monta este ensayo, o no sé si llamarlo poema, a partir de una secuencia filmada que vio en la televisión de la casa familiar en 1965, sobre el bombardero B-17G usado por los americanos para cazar nazis en la Segunda Guerra Mundial. El piloto, el copiloto, el mecánico, el navegante, el bombardero, el operador de radio y los ametralladores que componen la tripulación de un B-17G solían ser chicos de 19 años y a partir de aquí elaborará un texto en torno a la guerra, la tecnología el progreso que lleva a más violencia. Esta reflexión en torno a la violencia,  más gratuita que es la de guerra, le da a Bergounioux una excusa para elaborar una especie de alegoría sobre el heroísmo y sobre ciertos escritores íntimamente relacionados con estos bombarderos, ya sea Faulkner, o Hemingway o el mismo Saint Exupery, al que casi te puedes imaginar como un Lancelot en los aires, enfrentándose a la batalla. Es hermosísimo todo el párrafo en el que recuerda a Faulkner porque a raíz del detalle nimio al respecto de uno de sus personajes que pilota un B-17, narra la escena clave de la muerte de Eula Snopes, y citando al mismo Faulkner “todas estas historias interfieren”, es exactamente lo que hace aquí Bergounioux, mezclar como si no viniera a cuento, interferir como hacía Faulkner con otras historias,  pero si que viene a cuento porque esta escena en Faulkner está teñida de tragedia...:


"Un tal Charles Mallison pilotó un B-17 o un B-24 libertador a pesar de que había salido de un agujero perdido de Mississippi donde su tio Gavin Stevens había confesado a Jefferson que había intentado cortejar a la jvoen Linda Snopes, hija de Eula, que nació con el nombre de Varner, a quien este ultimo habia amado desesperadadamente. Todas estas historias interfieren. Uno comprende bastante mal, como pasa muchas veces con Faulkner, qué tiene que ver Mallison con Alemania...

Uno se entera de modo totalmente accidental, de que Eula Snopes le hizo una vista una tarde en la que se encontraba solo en su despacho. Pensaba en ella, como siempre, como nunca dejó de hacerlo desde el día en el que la vio, veinte años atrás, y como continuó haciéndolo hasta que esta murió e incluso después, justo hasta el momento en el que él mismo dejó de respirar. Parece ser que ella terminó por darse cuenta y que fue por eso por lo que abrió la puerta de él, la cerró tras de sí con llave, bajó la persiana, se desabrochó el primer botón de su camisa y fue hacía Stevens, quien durante todo este tiempo, sentado, miraba sobre todo el azul de sus ojos como si el mar mismo y al completo hubiera entrado en la habitación

Fue el momento en que ella se dirigia hacia él cuando terminó por comprender que era ella, que era real y se levantó sobresaltado y comenzó a recular mientras movía los brazos y balbuceaba: -No se acerque- ya que ella estaba casada, -no me toque.

Salió ella entonces del despacho
como si el mar azul, arrollador, insondable y fascinante se hubiera retirado, y un poco después, con la misma determinación con la que había hecho la visita tardía, se pegó un tiro en la cabeza."


Cuela este párrafo faulkneriano en medio de lo que está contando y no sé exactamente cómo lo hace Bergounioux. pero su prosa es una maravilla, aparentemente sencilla, poética, pero fluye y cala y llegado un momento ha recorrido la cotidianeidad, la sencillez de la vida hasta llegar al dolor de estar vivo, y su musicalidad empapa lo que va aconteciendo. Desde el momento en torno a Hemingway: “Ya sabemos que Hemingway ambicionaba y obtuvo el peligroso favor de embarcar en en un B-25 Mitchell destinado a Francia. […] Es un escritor. Sus mejores obras se imprimieron en cuartillas, su tono es seco desde el principio, brutal, frustrado, muy hábil, tan subjetivo que todo lo que sucede no tiene la menor importancia. Solo cuenta una cosa, siempre la misma: el saber si el tipo, siempre el mismo, podrá oponer su voluntad a la adversidad salvaje y rabiosa que lo ha elegido como piedra de toque.” hasta que llega al momento final en que Bergounioux. se encarna en Smith, el autor ha recorrido todas las capas de la vida en apenas 62 páginas. Me maravilla que a partir de una imagen borrosa en una televisión de los años 60, la memoria haya producido ese pequeño milagro de pasar por tantas fases, entrelazadas, mimetizadas unas con otras sin que yo haya sido capaz de elucubrar realmente en qué momentos realmente van insertándose las historias y quién es el narrador realmente…


Todos los hombres deberían ponerse alguna vez un traje forrado y dar una vuelta de diez minutos a ochenta mil pies de altura. Verían con un ojo diferente la tierra, la agitación microscópica que se forma en su teatro.

Se subirá en ellos a gente que se convocará cada cierto tiempo, en grupos de veinte, como si se les fuera a hacer una radiografía o se les fuera a vacunar. Se verán como lo que son: hombres. Pero como estarán muy alto, cesarán en un solo momento de serlo.”


Bergounioux mezcla referencias literarias continuamente, enfrenta el presente con el pasado, y hay una cierta desesperación que consigue transmitir al lector cuando habla de esos chicos jóvenes de apenas 19 años traicionados por la patria, y todos sabemos ya cómo va a acabar todo. Este texto no es solo una reflexión sobre la guerra, la violencia, el vértigo de la tecnología que parece degradar al hombre cada vez más al mismo tiempo que le hace avanzar, sino que sobre todo aborda el poder que tiene la la literatura para describir el mundo que nos ha tocado vivir, y aunque esté describiendo hechos del s.XX, las consecuencias están ahí, más presentes que nunca. Seducida por Pierre B. 🖤🖤

La traducción es de Paula Cifuentes.


"Un historiador ha sugerido que en toda la historia no se encuentra ni rastro de un solo pensamiento. No existen nada más que afectos. Hay que elegir entre vivir o meditar. Y uno raramente puede escoger."

Comentarios

Entradas populares de este blog

Sonata Cartesiana y otros relatos, de William H. Gass

[Leyendo] ...Octubre...

Mis fantasmas, de Gwendoline Riley