Vidas minúsculas, de Pierre Michon
⭐⭐⭐⭐⭐
♫♫♫ Struggle for pleasure - Wim Mertens ♫♫♫
"La metafísica y el poema me llegaron por medio de las mujeres: alejandrinos racinianos en boca de mi madre, evocados por ella solo a título de recuerdos escolares, misterios de grandes abstracciones que transportaban, en su creencia aproximativa, los vocablos bienintencionados y torpemente solemnes de mis abuelas."
A
este propósito hago notar que, en mi niñez, nunca pude admirar más
que a mujeres, por lo menos, en mi familia, en la que ningún padre
hubiera podido ser modelo para mí, y hasta los padres imaginarios
que ponía en lugar del mío eran pálidas figuras...
En efecto,
intelectualmente, tanto en lo que toca a la rama materna como a la
paterna, la mujer era incomparablemente superior al hombre."
Me
adentro en el universo de Pierre Michon, de la mano de Pierre
Bergounioux, que es quién me lo presentó. Los espacios, paisajes,
las vidas humanas son muy similares pero sin embargo, la visión, la
aproximación, la transmisión, en esto son muy diferentes. En Vidas
Minúsculas la Francia que conoceremos será la campesina, la
católica, en un espacio temporal entre el s.XIX y el presente.
También se parecen Michon y Pierre B. en que a través de un trozo
de momento, un instante en la historia construyen todo un mundo, toda
una vida. Se puede decir que tal como Pierre B. hace hablar a las piedras, Pierre Michon hace hablar al agua que fluye, sin hacer apenas ruido.
"A Claudette la decepcioné, y es poco decir; el último sentimiento que tuvo hacia mí, la última mirada que me dirigió, fue quizás de repulsión, de temor y de lástima. Huyó de lo que la desposeía, y quizás se encontró a si misma en el curso de las cosas."
Recuerdo su mirada, un día de invierno, al borde del mar, empezaba a desengañarse ya, pero no había perdido toda esperanza, ciertamente yo era un autor, era perezoso y un poco mentiroso; pues bien, lo aceptaría, haría todo lo posible, pero por lo que más querrá, que le hiciera el favor de dignarme permitir que viviese en este mundo como ella permitía que yo viviera fuera de él: y todo eso lo decía su mirada sobre mí, sin insistencia, ni lágrimas, con dignidad, con amor.”
Yo diría que Vidas Minúsculas se podría convertir en uno de los libros de mi vida para releer de vez en cuando, y la verdad es que este año llevo unos cuantos, lecturas que te impactan por lo que pueden significar en cuánto a identificación aunque sean personajes que a primera vista parezcan estar muy lejos. El estilo de Michon es rico y barroco en el que construye frases que parecen serpientes serpeteando al más puro estilo proustiano, y se puede decir, o esa es la impresión que he tenido, que realmente aquí la esencia o el tema central puede estar en la experiencia de la creación artística, el conflicto interior de alguien que quiere convertirse en escritor a toda costa. “Descubría los libros, en los que uno puede sepultarse tan bien como bajo las faldas triunfales del cielo. Aprendía que el cielo y los libros duelen y seducen.” Michon no solo cuenta en estos 8 relatos las vidas de personas a las que conoció, con las que se cruzó, con las que convivió, sino que esta vidas fueron el aire que respiró para convertirse en escritor. Es una novela inolvidable en este aspecto, por cómo consigue sublimar las vidas de Claudette o las de Eugene y Clara, por poner un ejemplo, con la creación de su escritura, con el escritor en el que se convertiría.
"No sabía que la escritura era un continente más tenebroso, más incitante que África; el escritor, una especie más ávida de perderse que el explorador; y, aunque explorase la memoria y las bibliotecas memoriosas en lugar de dunas y selvas, que volver de allí repleto de palabras como otros lo están de oro o morir allí más pobre que antes, morir de eso, era la alternativa que también se ofrecía al escribano".
La novela se construye de historias de personajes del mundo rural de la zona del Lemosín, y no llegaremos a saber qué sera lo real y qué será lo inventado de la vida de Michon, pero lo que sí es seguro es que la escritura densa y suntuosa de Michon, se alimentó gracias a estas vidas. Hay varios momentos a flor de piel, como por ejemplo, en el capítulo "Vida de George Bandy", Michon ha convertido a Marianne en Albertine y él es claramente Marcel. Casualidad que en este momento yo esté leyendo La Fugitiva (Albertine Desaparecida) si no, no habría pillado las referencias y lo proustiano que es Pierre Michon, pero en esta forma que tiene de homenajear a Proust (y también a Faulkner, continuamente), crea una especie de estilo único en el que consigue aunar varios conceptos, tal como hacía Proust llegado un punto se alinea la memoria ambigua, traidora, ansiada con un presente que parece tambalearse, siempre con la obsesión por transmitir, por encontrar su estilo: "Hice en el tren un viaje aterrorizado; iba a tener que escribir, y no podria hacerlo: me había colocado entre la espada y la pared, y no era espadachin."
"Desaparecida ella, yo dejaba, incluso mentirosamente, de ser creíble para mí mismo. Pero sin duda había algo peor: en mi abandono, en mi vano aislamiento, ella había acabado por hacer las veces de todas las demás criaturas. Y al huir por culpa mía, ella se había llevado los libros, los atriles y la escribanía... ."
Los primeros capitulos se alimentan de la infancia de Michon, familia, amigos, colegio, para poco a poco ir adentrándose en la vida adulta y de aquí al conflicto que tiene consigo mismo a la hora de parir una literatura que sea fiel a sí mismo. En un principio su estilo puede parecer denso, difícil, algo anticuado, pero una vez que el lector se ha acomodado, Pierre Michon se convierte en un autor imprescindible porque maneja tan bien las palabras, pero apenas sin ruido, muy discretamente, como el manantial que fluye, que acaba calando. En Vidas minúsculas Pierre Michon elige contarnos la vida de unas personas anónimas, invisibles, para hablar realmente de sí mismo. Un imprescindible.
La traducción es de Flora Botton-Burlá
“En la intersección del espacio y de los libros, nacía un cuerpo inmóvil que seguía siendo yo y que temblaba infinitamente en el imposible deseo de ajustar lo que se lee al vértigo de lo visible. Las cosas del pasado son vertiginosas como el espacio, y su huella en la memoria es deficiente como las palabras: descubría que uno recuerda.”
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