Las Muertas, de Jorge Ibargüengoitia
⭐⭐⭐⭐
♫♫ ♫ Forever Young, Youth Group ♫♫ ♫
"- Tenlas encerradas. Dales de comer lo que quieras. Si ves que alguna se quiere escapar, sacas la carabina y le das un tiro.""
La verdad es que no sé muy bien como comenzar esta reseña de una novela que me ha impactado en muchos momentos y justamente con la novela de Jorge Ibargüengoitia fue una sensación parecida, ocurren cosas fuertes en muchos momentos y sin embargo, la forma en las que Ibargüengoitia las narra, con esa soltura, esa sequedad, como el que pasaba por allí, sin echarle mucha cuenta a esos tremendos momentos, revierte en una narración que toma al lector por el cuello y le obliga a seguir leyendo casi sin respiro. Así que me quedo tremendamente impactada por ciertos hechos narrados con un humor negrísimo y hasta descaro, mezclados de tragedia, pero al mismo tiempo maravillada por la forma en la que el autor va encadenando una historia tras otra, sin resuello.
"-
Por egoísta, por buscar nomás tu venganza -parece que le dijo- nos
hundiste.
Serafina le contestó:
- ¿Qué culpa tengo de
haber nacido apasionada?"
Las Muertas empieza con Simón Corona, propietario de una panaderia incendiada a causa de una venganza de mujer. Desde este primer hecho, la historia aparentemente anodina, se convierte en una sucesión de pequeñas historias encadenadas que se van desplegando como un abanico mostrando un mundo caótico y subterráneo. Simón es interrogado y aparece Serafina Baladro en escena, a quién culpa del incendio y a partir de aquí, ese incendio por razón de una venganza de celos, va descubriendo un mundo macabro y grotesco que se estaba sucediendo a los ojos de todo el mundo, aunque hasta ahora, nadie había profundizado en ciertos hechos, en ciertas desapariciones. Es este incendio el que abre la caja de Pandora sobre los tejemanejes de las hermanas Baladro, Serafina y Arcángel, dueñas y señoras de una red burdeles, que se vieron obligadas a refugiarse y esconderse de las autoridades debido a una ley que prohibía la prostitución. La atmósfera se va va volviendo cada vez más claustrofóbica por unos hechos relacionados unos con otros que van desencadenando un desastre tras otro, y a medida que van ocurriendo, las prostitutas van cayendo como moscas una a una.
"Al
capitán Bedoya le pareció siempre una locura que las hermanas
Baladro gastaran dinero en Blanca.
- Es tirar el dinero. Es posible que esa mujer vuelva a caminar pero la cara no se la compone nadie, ¿y de qué sirve una puta que da miedo?"
Ibargüengoitia escribe en un estilo tan directo y conciso, que no nos da tiempo a regodearnos en la forma (que aunque parezca que no exista si que hay un estilo muy particular), sino simplemente en lo que está contando, en los hechos, pero si es cierto que este estilo mezcla de interrogatorio policial y periodismo de investigación, con frases muy cortas, que van al grano, sin dejar nada a la imaginación, van dejando un poso en el lector. Ese humor grotesco y negrísimo es el que va visibilizando frente al lector la cadencia del estilo, y expone temas candentes como la corrupción policial, la hipocresía social, la vista gorda del entorno ante ciertos hechos que se estaban sucediendo y que nadie se había atrevido a sacar a la luz, por los diferentes intereses, sobre todo económicos.
"El
cabaret tiene dos puertas. Una da a la calle y la otra a la casa. Por
la que da a la calle entre el que quiere sale el que ya pagó.
Cuando
un cliente que está en una mesa con una muchacha siente que quiere
pasar un rato con ella, le dice que lo lleve a su cuarto. Ella
contestá que sí, porque está prohibido decir que no."
El silencio ante las desapariciones, ante las muertes de las prostitutas podría haberse eternizado hasta el infinito, de no haberse incendiado la panadería y ahí es donde Ibargüengoitia pone el dedo en la llaga y convierte esta novela en una sátira social en toda regla. El autor se basó en un hecho real ocurrido en México entre los años 40 y 60: las poquianchis fueron cuatro hermanas dedicadas no solo a la prostitución sino a generar toda una red de trata de blancas, asesinando y explotando a prostitutas, niños y clientes. Ibargüengoitia les da vida a estos hechos macabros pero lo hace en un tono que fluye tan desesperadamente, que el lector no puede por menos que quedarse con la sensación de que aunque se diga al principio de la novela que “Algunos de los acontecimientos que aquí se narran son reales. Todos los personajes son imaginarios”, acabamos con la sensación de que la realidad superará siempre a la ficción. Una novela magnifica de un autor al que no conocía y al que seguiré sin duda.
"Dice
Arcángela Baladro:
El negocio de la prostitución es muy
sencillo, lo único que se necesita para que salga bien es tener
mucho orden."
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