El Origen. Una indicación (Relatos Autobiográficos #1) , de Thomas Bernhard

 


⭐⭐⭐⭐⭐

♫♫♫ Sewer Sickness - The Soft Moon  ♫♫♫

 

 

"Y en ese instante vi todo el desamparo de los que de pronto penetran sin transición en la guerra, al hombre completamente sometido y humillado que, de súbito, cobra conciencia de su desamparo y su falta de sentido."


Reconozco que me he vuelto adicta a Bernhard, tampoco es que haya leído mucho, pero sí es verdad que después de Corrección me quedé bastante enganchada y se puede decir que esta serie de relatos autobiográficos han llegado en el mejor momento, en el sentido de que estoy segura de que me van a preparar para entender de dónde venía este hombre. “El origen. Una indicación” es el primero de una serie de cinco textos en torno a su vida y aunque el tema de las autobiografías me hace ser muy desconfiada (salvo con Nabokov y su eterno jugueteo lúdico, nada más lejos de Bernhard), realmente después de haber terminado este primer tomo de su vida, poco me importa lo que haya añadido Bernhard de su cosecha para hacer la historia más ¿interesante?? Solo puedo decir que desde el primer momento me sobrecogió este sufrimiento tan íntimo de un niño que con doce años se encuentra completamente solo en un entorno de pesadilla: la atmósfera, esa atmósfera que oprime y lo mata todo en un niño desvalido”. Mi enganche, que estoy segura que se ha convertido ya en un crush crónico por este autor, tiene mucho que ver con la atmósfera envolvente en la que ha conseguido sumirme porque además es raro que en una temática aparentemente tan desoladora, me encontrara durante el día, deseando volver a él, casi como si fuera un thriller. No sé como he llegado a este punto pero durante las 97 páginas de este primer relato autobiográfico me he encontrado casi en un estado de hechizo permanente por la belleza del serpenteo de la prosa Y el violín fue también, al fin y al cabo, mi instrumento de melancolía más precioso." Salzburgo, nacionalsocialismo, ataques aéreos, un internado dirigido por un tal Grünkranz, simbolo nazi por excelencia y un niño de doce años que solo encuentra refugio en el cuarto de los zapatos junto a un violín, un refugio que solo le servía para sumirse más en la desesperanza. El subtítulo de este relato, “una indicación”, entiendo que está sugiriendo que la narración aunque sea autobiográfica, es la memoria que perdura en el adulto de ese niño completamente solo en un Salzburgo bombardeado, la memoria que perdura del sufrimiento en el internado nacionalsocialista primero y católico después, y el aislamiento permanente que solo le hacía ansiar  hacerse invisible para siempre, Bernhard indica o alude en el orígen del hombre en el que se convertiría.


"Esos cruces de frontera eran necesarios porque no tenía a nadie en Salzburgo que me lavara la ropa, ni tampoco nadie con quien pudiera hablar, y porque ese joven, siempre que le es posible, con tanta frecuencia como puede, va a ver al ser en quien tiene más confianza, y al que quiere más, y ese era mi abuelo. [...] Esos cruces de frontera fueron para mí lo más inquietante de mi vida."


Después de este primer relato y de haber conocido a un Thomas Bernhard entre los doce y los quince años, entiendo de dónde le viene este odio acérrimo por su país y concretamene por la ciudad de Salzburgo pero este perfil “gruñón” de continuo enfado yo casi diría que tiene mucho de máscara. El adulto sigue herido cuando recuerda a ese niño que fue y este sufrimiento que transmite con tanta sensibilidad, no puede venir de alguien que viviera eternamente odiando, sino que es una coraza para protegerse de esta vulnerabilidad que seguía acarreando desde esta niñez y que se narra tan íntimamente en El Origen. Una indicación.


Mis recuerdos más hermosos son los paseos con mi abuelo, caminatas de horas en medio de la naturaleza, y las observaciones hechas en esas caminatas, que él supo desarrollar en mi poco a poco, convirtiendolas en un arte de la observación. Atento a todo lo que mi abuelo me mostraba y demostraba, tengo que considerar esa época con mi abuelo como la única escuela útil y decisiva para toda mi vida, orque fue él y nadie más quién me enseño la vida y me hizo conocer la vida, al hacerme conocer antes que nada naturaleza.”


Desde el primer momento la prosa fluye, se pierde y resurge en un bucle continuo, una prosa que está intimamente ligada al sufrimiento pero no sentí este sufrimiento como un handicap, todo lo contrario, porque la belleza de algunos pasajes, superan con creces este sufrimiento desolador. Igual con este primer tomo de su autobiografía Bernhard quisiera reafirmarse y exponer públicamente los motivos por los que no estaba en paz con el mundo y por eso quizás a menudo cambia el punto de vista del narrador, algunas veces escribe en primera persona y antes de terminar una de sus largas frases, la acaba en tercera persona. No hay párrafos, el texto se alarga en un bucle infinito, enlazando un tema con otro. No todo es desolación y desesperanza, hay momentos luminosos, pero no me alargaré al respecto porque lo mejor es descubrirlo por uno mismo. Preparada para la segunda parte: El Sótano.

La traducción es de Miguel Saénz.


Y además: no hay nada más dificil, pero tampoco más útil, que describirse a sí mismo. Hay que ponerse a prueba, darse órdenes a sí mismo y situarse en el lugar exacto. A eso estoy siempre dispuesto, porque me describo siempre, y no describo mis actos sino mi ser. Y además: me he fijado como norma decir todo lo que me atreva a hacer, incluso desvelo pensamientos, que, en realidad, no pueden publicarse. Y además: si quiero conocerme, es para conocerme como verdaderamente soy, hago un inventario de mi mismo. Esas frases y otras las he escuchado a menudo, sin comprenderlas, de mi abuelo, el escritor, cuando lo acompañaba en sus paseos, él amaba Montaigne, y ese amor lo comparto con mi abuelo. “

 

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Veneno y sombra y adiós, de Javier Marías (Tu Rostro Mañana #3)

Centauros del desierto, de Alan Le May

El ruido en que nadamos, de Pablo Sánchez-Llano