Nubes flotantes, de Fumiko Hayashi

 


 ⭐⭐⭐⭐⭐

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 "Además, tampoco siento por mi mujer el mismo cariño que antes. La guerra me hizo ver la más horrible de las pesadillas... No hay nada que pueda hacer: soy un ser sin alma. Soy un hombre sin rumbo, sin objetivo. Solo siento una desmesurada ansiedad insondable, trato de evitar, cobardemente, enfrentarme cara a cara con esa realidad."


Estructurada en torno a los encuentros interminentes de una pareja a lo largo de una serie de años entre la 2ª Guerra Mundial y la posguerra en un Japón en plena descomposición, Fumiko Hayashi construye en Nubes Flotantes una novela que sobre todo captura la sensación de una deriva emocional firmemente anclada en esta desesperanza cáotica que se respiraba en un Japón devastado por las consecuencias de la guerra. Leo por ahí algunas criticas a la novela por la toxicidad que desprende una pareja que nunca llega  a vivir un momento de paz y armonía en la que se crea una dependencia que hoy podríamos llamar tóxica, pero no todo es tan fácil y gratuito a la hora de juzgar sobre todo a la protagonista femenina, Yukiko Koda, porque aquí lo más fascinante es, o por lo menos a mí me lo ha parecido, cómo la autora nos acerca a sus personajes, que en ningún momento podrán liberarse de esta desesperanza social que los envuelve.


"... al comprobar la especial habilidad con la que aquella mujer había superado todas las adversidades. Se sentía secretamente en inferioridad al comprobar su pobre situación actual con la fuerza innata que irradiaba ella. Es absolutamente cierto que la mujer posee una naturaleza de dobles matices, lo que le permite, en ocasiones, elegir, con total libertad, el camino que ningún hombre se esperaría..”


Yukiko y Tomioka se conocen en la Indochina francesa cerca del final de la 2ª Guerra Mundial, él, un funcionario forestal casado que regularmene engaña a su esposa, conoce a Yukiko que escapa de la guerra al aceptar un empleo en un lugar que podría considerarse un paraíso en comparación al Tokyo que había dejado atrás, totalmente devastado por una guerra que está a punto de terminar. Yukiko acepta ese puesto de trabajo en Dhalat como una huida a una vida no solo aterradora por la guerra, sino además aterradora, por lo que suponía para una mujer sola, que se veía acosada en todos los terrenos."-Creo que la vida en Japón está cada vez más difícil, así que, ahora que está aquí, esto le parecerá un paraíso-. Podría ser un paraíso, pero Yukiko jamás había tenido una vida tan desahogada como esta y se sentía tan superada que le daba miedo. Había algo vacío e inquietante, como si hubiera entrado sin permiso en una lujosa mansión en ausencia de los dueños." La llegada de Yukiko a la exuberante y aislada Indochina, supone una liberación y una estabilidad económica, nada que ver con ese Japón donde era tan difícil conseguir sobrevivir. Ya desde este inicio, la novela de Fumiko Hayashi nos está describiendo el colonianislmo japonés y la dureza de la guerra y la posguerra desde el punto de vista de una mujer, que ademas, está continuamente resurgiendo de los embates de la vida. La historia de amor que viven Tomioka y Yukiko en ese paraiso aislado, se zanja de golpe cuando ambos deben volver a Japón tras el fin de la guerra y aquí Hayashi, no edulcora la aparente historia de amor. Después de la guerra, Tomioka regresa con su esposa, pero permanece emocionalmente inescrutable para Yukiko y se niega a retomar su relación aunque continuamente se buscan para hablar. Mientras tanto, Yukiko debe encontrar su camino en un Japón de posguerra radicalmente cambiado. "Hay que considerar los encuentros como señales. Uno no puede renegar de lo que le sobreviene en la vida., me parece a mí. (...) Un encuentro inesperado es cosa del destino." A partir de esta separación, Hayashi asienta la historia sobre todo en los encuentros intermitentes entre Yukiko y Tomioka, ambos llevan vidas separadas, pero se buscan, y aunque son conscientes de que la historia de amor se ha acabado, una cierta dependencia por parte de ella, y una desesperanza por parte de él, se convierten en lo que será la esencia de la historia: dos personajes en continua deriva, ella mucho más resistente y resurgiendo de los embates, él, cada vez más pasivo, ya que se ve incapaz de ajustarse a unos tiempos nuevos. El recuerdo de Indochina es lo que mantiene esos encuentros intermitentes todavía vivos, el recuerdo del paraíso perdido... el pasado como única realidad en un mundo en descomposición, Indochina fue la irrealidad, Japón es la realidad y el infierno en la tierra.


"- Se dice que lo que se queda en el olvido, se echa a perder. Ves, el recuerdo de Indochina también empieza a desvanecerse, ya no suelo echar la vista atrás, ni tan siquiera soñar con ello. ¿A ti no te pasa? Creo que es ley de vida."


Y ya digo que la aparente toxicidad en la relación de esta pareja, yo no la veo tan clara, porque ahondando más allá de las apariencias de un hombre impenetrable que huye de una mujer aparentemente dependiente, la perspectiva se agranda y veremos que la amplia gama de matices con la que Hayashi imbuye a sus personajes, los convierte en algo mucho más complejo que lo que la apariencia desde nuestro tiempo pudiera reflejar. La relación de Yukiko y Tomioka en los encuentros intermitentes a lo largo de los años, realmente va mucho más allá que la de una simple  historia de amor, y se va convirtiendo en una relación de dos seres que se conocen y se comprenden, una amistad a lo largo de los años que intentan encontrar consuelo en unos tiempos oscurísimos, y en este aspecto el realismo de los diálogos no parecen de 1951, en el sentido de que pudieran ser diálogos de ahora mismo. Fumiko Hayashi crea en Yukiko Koda una mujer alejada de la etiqueta ideal y moralista que nos había venido de un Japón encorsetado en los roles de género, "Aquello que deseaba se le escapaba de las manos y, en cambio, lo que no quería la atrapaba, la apresaba. Sintió una sequedad extrema en el corazón." y poco a poco se va imponiendo una mujer superviviente nata, que continuamente está ideando modos de que la marea de la posguerra no la engulla. Una mujer que por muy aterrada, destrozada o hundida que estuviera, siempre conseguirá sobrevivir ajustándose a los tiempos. Yukiko es esa mujer a la que en en cada encuentro con Tomioka después de meses sin verla, él reconocerá y se sorprenderá porque está sobreviviendo y construyendose una vida, mientras que él se ve incapaz de avanzar.


Después de la guerra todos hemos adoptado esta postura. Hemos perdido la mesura de nuestros propios juicios. Los objetivos no los creas tú, sino que te los imponen los demás. El carácter del país nos está obligando a ser así. Somos plantas sin raíces que flotan en el agua y seguir este camino no nos conduce a ningun sitio.”


Nubes Flotantes es una novela profundamente innovadora en la que Fumiko Hayashi no edulcora y pisa firme sin sentimentalismos, porque cualquier sueño es aplastado por las realidades de un Japón en plena descomposición. Los personajes hablan continuamente de dinero, de cómo conseguirlo, de cómo robarlo o ganarlo, sobreviven vendiendo posesiones, recurriendo a actividades ilegales, porque casi era una suerte que el techo sobre el que habían vivido antes de la guerra, hubiera permanecido intacto tras los bombardeos, así que toda la novela está imbuida de una atmósfera de desesperanza, de realidad pura y dura en la que el amor tiene poca cabida si hay que sobrevivir en el día a día. Hayashi cambia el punto de vista entre Tomioka y Yukiko y esta falta de sentimentalismo, nos hará entender también al personaje de Tomioka, un hombre desganado y desesperanzado, en continua crisis por lo incierto del futuro. En este aspecto, Nubes Flotantes me ha parecido una novela extraordinaria sobre todo por esa visión global que tenia Fumiko Hayashi de la naturaleza humana y que me ha dejado huella. En 1955 Mikio Naruse la llevó al cine, respetando absolutamente la obra original de Fumiko Hayashi, sin disfrazar absolutamente nada y creando una obra maestra.

La traducción es de Kayogo Takagi.


"-¿No tienes la sensación de que nos hemos convertido en algo así como niebla...?"

 

 

















Ukigumo aka Nubes Flotantes, 1955, Mikio Naruse
 

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