El Sótano. Un alejamiento (Relatos Autobiográficos #2) , de Thomas Bernhard

 


 

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 ♫♫♫ Breathe The Fire - The Soft Moon  ♫♫♫

 

 

En lo que a mí se refiere, he tenido tres experiencias, la experiencia de mi abuelo y la experiencia de todos mis demás semejantes para mí menos importantes, y la mía propia. Cada una de ellas con las otras me ha ahorrado muchas tendencias hacia lo accesorio. No puedo negar que también yo he llevado siempre dos existencias, una que es la que está más próxima a la verdad y a la que, realmente, tengo derecho a calificar de realidad, y otra fingida, las dos juntas han producido con el tiempo una existencia que me mantiene con vida, alternativamente, unas veces domina una y otras la otra, pero, bien entendido, las vivo siempre las dos. Hasta hoy. Si no hubiera pasado realmente por todo lo que, reunido, es hoy mi existencia, lo habría inventado probablemente para mí, llegando al mismo resultado.”


Una mañana camino al instituto, el adolescente que habíamos conocido en El Origen, decide emprender el camino opuesto al marcado, se desvía y elige dirigirse hacia la dirección opuesta. El camino marcado, el instituto, también cuenta que lo alejaba cada vez más de sí mismo y lo obligaba a ir hacia dónde no quería ir. En este camino totalmente opuesto, el adolescente de dieciséis años encuentra un trabajo en una tienda de comestibles, localizado en un sótano en las afueras del poblado de Scherzhauserfeld, era un asentamiento masivo mal construido para los pobres y desarraigados de la posguerra, una especie de ghetto para los antisociales y los que estaban fuera de la sociedad, la parte de la sociedad totalmente opuesta de la que venía él. De esta forma comienza su aprendizaje en la tienda de Karl Podlaha, la otra persona, que junto a su abuelo, marcará su forma de ver la vida. Este sótano será el centro social, neurálgico de un barrio pobre en el que el joven Bernhard se empapará de un aspecto de la sociedad con la que creará una conexión que ni de lejos había creado del lugar de donde venía "Y aprendí el lenguaje que se hablaba en el poblado de Scherzhauserfeld y pronto estuve en condiciones de hablar con las gentes del poblado de Scherzhauserfeld su lenguaje, porque estuve en condiciones de pensar sus pensamientos. Aquí todos estaban en actitud de espera, y el pensamiento en el poblado de Scherzhauserfeld, era un pensamiento en actitud de espera." Este poblado de Scherzhauserfeld fue un asentamiento creado después de la Primera Guerra Mundial a una distancia marcada de Salzburgo. En esta sala del infierno, tal como la calificaba Bernhard, el adolescente se sintió feliz, acogido y conectado. Fue un periodo totalmente opuesto al del instituto. En este sótano aprenderá a interactuar con la gente, a salir de su aislamiento y con su trabajo adquirirá la sensación de estar haciendo algo útil y con un cierto sentido en su vida.


Mi abuelo me enseñó a estar solo y a vivir para mí mismo, Podlaha a convivir con las personas y, de hecho, a convivir con muchas y con las más variadas personas. Con mi abuelo fui, de forma ideal por ser tan temprana, a la escuela de la filosofía, con Podlaha, en el poblado de Scherzhauserfeld, a la mayor realidad posible y a la realidad absoluta.”


Un año después de empezar su aprendizaje en la tienda de comestibles, empieza su formación musical con una pareja de músicos en el centro de la ciudad, canto y música. Esta formación musical las seguirá compatibilizando con su trabajo de cara al público, cargando sacos de harina y de patatas, interactuando con los pobladores de Scherzhauserfeld, y confirman la capacidad de Bernhard para vivir varias vidas;  el contraste entre ambas facetas en esta época de su vida, la música y la tienda de comestibles, no podría haber sido más extremo y diferente. El chico de dieciséis (al que nunca le da nombre) tiene un talento destacado para el canto, para la música. Es aquí donde el lector entenderá como influirá esta formación musical en sus texto, la música inherente en su prosa.


"Durante la vida estamos con personas que no saben de nosotros lo más mínimo, pero pretenden continuamente saberlo todo de nosotros, nuestros parientes y amigos más próximos no saben nada, porque nosotros mismos sabemos poco de ello. Nos pasamos toda la vida explorándonos y llegamos una y otra vez hasta los limites de nuestros medios intelectuales, y renunciamos."


En este segundo tomo de su autobiografía, de la misma forma que hacía en El Orígen, Bernhard se aleja de lo que conocemos por autobiografía tradicional. Hay fragmentos de recuerdos, reflexiones personales desde el punto de vista de adulto, subjetivos quizás, inventadas seguro otras, pero que sin embargo, conforma una autobiografía alejada de los cánones encasillados en datos biográficos y detalles concretos. Aquí realmente Benhard aunque hable con el alma, también habla con un mucho de ironía y de humor soterrado por la forma en la que ve su entorno y por cómo se ve a sí mismo. El Sótano es un periodo luminoso en su vida y queda perfectamente reflejado en su salida del aislamiento y por cómo consigue comenzar a interactuar con la gente que lo rodea. Tal como comentaba en mi reseña del Origen, la misantropia y provocación de Bernhard, sigo convencida de que eran pura fachada de cara a la galería (Vollmann también lo hace continuamente) porque entre líneas siempre se podía captar que no habia tirado totalmente la toalla en lo que se referia al género humano, y aquí en El Sótano está perfectamente reflejado por lo bien que encajó en la antesala del infierno, como se denominaba al poblado de Scherzhauserfeld, un periodo en el que fue perfectamente feliz. Preparada para el tercero: El Aliento.

La traducción es de Miguel Saénz.


"Mi huida corriendo hubiera podido ser una autodestrucción y autoaniquilación totales, pero tuve suerte. Llegué en el instante acertado a la persona acertada. Me lo jugué todo a una carta, lo mismo que luego, una y otra vez, tuve suerte. Porque no cedí ni un instante, porque no me permití ninguna debilidad."

 

 

 

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