Distritos de Frontera, de Gerald Murnane
⭐⭐⭐⭐
♫♫♫ Moments - Olexandr Ignatov ♫♫♫
“He olvidado casi todas las miles de palabras que le dije a aquella persona que me había parecido más dada a escuchar que a conversar, pero sí recuerdo algunas de las cosas que sentí mientras pronunciaba estas palabras. Tal vez debería haber escrito que creo recordar no tanto los sentimientos en sí, sino más bien el hecho de haberlos sentido. Mientras trataba de escribir la frase anterior…”
Segundo de los libros que leo de Murnane, aunque debo confesar que intenté otros dos que no acabé, no sé si porque no era el momento o porque este autor me exaspera de la misma forma que logra fascinarme. Este Distritos de Frontera me ha parecido mucho más accesible que Las Llanuras (un libro que me sigue persiguiendo en sueños, en el buen sentido) aunque tampoco sabría cómo catalogarlo pero igual por eso he elegido esa cita particularmente para empezar este comentario sobre esta novela. En este texto, o en Murnane en general, no se trata tanto del recuerdo de algo sino más bien del poso que ha dejado ese recuerdo “creo recordar no tanto los sentimientos en sí, sino más bien el hecho de haberlos sentido”, es una idea recurrente a lo largo de toda esta obra. Murnane además nos recuerda una y otra vez que mientras escribe este párrafo (siempre en presente) o esta idea anterior, se le acaba de ocurrir otra reflexión así que este texto da la impresión, de estar escrito sobre la marcha o de estar continuamene transformándose, o de que las ideas se le van ocurriendo y a medida que va conectándolas, estas la han ayudado a enlazarlas con otras. “Nunca me he alejado más de un día por carretera o en tren del lugar donde nací. Para mí, los países extranjeros son algo así como imágenes mentales, algunas de ellas vividas y detalladas y muchas surgidas mientras leía obras de ficción”. El paisaje de la mente o lo que perdura de la memoria es lo que de verdad le interesa a Murnane porque en definitiva lo que hace Murnane a lo largo de este texto es explorar como funcionan ciertos momentos del pasado y el poso que han dejado las imágenes, un sonido, un olor o un piano, pero sobre todo la luz.
“Si esto fuera una obra de ficción, podría contar qui que una de la canicas de valor que tengo desde hace más tiempo es de vidrio translúcido y que, cada vez que la sostengo entre mis ojos y una fuente de luz brillante, su tono rojizo me recuerda el color de las hojas de la parra ornamental antes mencionada y también parte, por lo menos, de lo que sentí mientras estaba en el punto donde terminaba el camino, justo antes de que aquella chica alta, casi una mujer, me llevara de la mano hasta el lugar donde había parecido ser el origen de mis sentimientos. “
Me interesa especialmente en este texto la sutilidad con la que va conectando un concepto con otro a través de la memoria, y es cierto que hay momentos en que en medio de una idea se detiene a contarnos en un párrafo siguiente por qué se le ocurrió escribirlo, puede parecer anticlimático, pero la gracia está precisamente en que no es así. "Aún no he olvidado el periodo de mi vida en el que leía un libro de ficción tras otro. Aún no he olvidado el aspecto de las habitaciones donde mis libros llenaban un estante tras otro. Aún no he olvidado los lugares donde me sentaba a leer. Y ciertamente recuerdo parte de lo que sucedía en mi mente mientras leía..” Cuando Murnane detiene una idea para explicar cómo ha llegado a ella, se siente como parte del mismo paisaje de la mente, porque continuamente nos está recordando que nos alejemos de nuestra obsesión por la ficción, que esto no es ficción ¿o sí podría serlo?, que está en continuo proceso de escritura casi en directo (es lo mismo que hacia George Elliot en Middlemarch): estamos leyendo algo escrito por alguien que está incidiendo en el hecho de que es un proceso de escritura “in progress” Está claro que Murnane nos está exigiendo, y nos los recuerda muy sutilmente, que hay que implicarse y salir de nuestra zona confort, que nos dejemos llevar por estas conexiones de luz y memoria.
"Hace más de treinta años copié a mano un pasaje de la principal obra de Marcel Proust que pretendía explicar por qué el vínculo entre lector y personaje de ficción es más estrecho que cualquier vínculo que pueda existir entre personas de carne y hueso."
"Creo recordar que lo que escribió Proust fue que el autor era capaz de plasmar los sentimientos de un personaje de tal forma que el lector se sintiera más cerca de este que de cualquier persona viva."
“Recordé una cita del escritor Franz Kafka que había leído hacía poco según la cual una persona podía descubrir todo lo necesario para su salvación sin salir de su propia habitación. Quédate en tu habitación el tiempo suficiente, y el mundo encontrará el camino hacia ti y se retorcerá a tus pies."A partir de un momento concreto como el color de una canica, o la imagen de una casa, la mente de Murnane se vuelca en todo tipo de imágenes del pasado que interactúan con este primer momento de orígen, Murnane niño, la religión y cómo llegó a abjurar de la fe (aunque es cierto que sus textos tienen ese algo místico), o esa obsesión en detenerse en un detalle concreto que convierte sus párrafos o sus ideas, en movimientos circulares volviendo siempre a la idea de origen. No hay una trama real, porque es su mente la que va creando la trama conectando ideas, suyas, y yo diría que la esencia de la obra de Murnane está en pillar estos pequeños matices, que son tan sútiles que igual en una primera lectura son inabordables. Leer a Murnane exige prestar atención, volver atrás en un párrafo y encontrar ese punto de partida, siempre enlazado no tanto al recuerdo en sí, sino a lo que le hace sentir recordándolo.
"Cuando leía sobre nuestras mentes o sobre la mente, así como sobre supuestos instintos, aptitudes y facultades, por no hablar de espectros como el ego, el ello y el arquetipo, tenía la impresión de que los paisajes en apariencia interminables de mis propios pensamientos y sentimientos debían ser un paraíso en comparación con los monótonos lugares donde otros ubicaban sus yos, sus personalidades o comoquiera que llamaran a sus territorios mentales. Así fue como hace tiempo decidí dejar de interesarme por lo teórico y dedicarme a estudiar lo real, que para mí era el escenario aparente que había detrás de todo lo que hacía, pensaba o leía."
Murnane piensa, reflexiona, imagina, y nos recuerda continuamente, sin descanso, que estamos leyendo un texto que varía dependiendo de los paisajes de su mente. Nos recuerda también que no solo él está escibiendo un libro, sino que que este texto no sería posible sin que nos convirtamos en cómplices o por lo menos emular ese concepto proustiano que es el de ese vinculo vital entre el personaje de ficción y el lector, aquí se puede decir que el vínculo se establece desde el momento en que el lector entra de lleno en el paisaje de la mente de Murnane, un autor que estilisticamente parece penetrar de puntillas con sus frases en un princpio breves y directas, y que de la misma que se van alargando, van calando en el lector.
La traducción es de Carles Andreu.
"Me trasladé a este distrito próximo a la frontera para poder pasar la mayor parte del tiempo solo y vivir según una serie de reglas a las que hacía ya tiempo que quería ceñirme. Ya he mencionado que he adoptado una mirada cautelosa. Lo hago para prestar más atención a lo que aparece en los limites de mi campo de visión, para percatarme de inmediato de cualquier elemento tan necesitado de mi atención."
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