Los destrozos, Bret Easton Ellis

 


  ⭐⭐⭐

♫♫ ♫ This must be it - Röyskopp ♫♫ ♫

 

Quedaban diez meses de aquella pantomima, y me sumí en una nueva depresión. Iba de uniforme, un disfraz, fingiendo ser el novio, asistiendo a un año de clases que no me interesaban lo más mínimo, disfrazándome: era un actor y nada de aquello era real."


A mi esta novela empezó a gustarme de verdad, cuando llevaba leídas las 200 primeras páginas no solo estaba enganchada sino que bastante entusiasmada por cómo Ellis era capaz de plasmar la atmósfera de la época de los años 80, la música, el cine, y realmente la novela está construida como una película de aquella época, una mezcla de géneros con adolescentes pijísimos que revolotean sin hacer nada drogándose, teniendo sexo y en conversaciones inocuas, aderezados con la llegada de un personaje misterioso al instituto que le da un tono muy turbador e inquietante, salteado con una linea argumental paralela de un asesino en serie que va secuestrando a jovencitas que aparecen muertas. Pero no nos dejemos engañar, Bret Easton Ellis es un autor posmoderno (creo), y el argumento aparentemente banal, tendría que ir más allá y realmente es así. El mismo autor es el protagonista y narrador en primera persona contando cuarenta años después un suceso traumático que le ocurrió cuando tenia diecisiete años, a él y a su grupo de amigos pijos y riquísimos. De Ellis solo había leído American Psycho y de esto hace mil años y lo único que recuerdo es que no me gustó un pelo, pero tengo entendido que en novelas posteriores suyas se repite el hecho de que narra en primera persona como Bret. En esta novela que me ocupa, él mismo está ya escribiendo la novela que llevó a la fama cuando era un estudiante universitario, Menos Que Cero, así que Bret Easton Ellis se marca una narrativa en primera persona aparentemente verídica que en un principio engancha muchísimo porque es verdad que esta primera parte en la que Bret te va contando su día a día es muy buena y hay varios episodios estupendos, como cuando relata por ejemplo, cuando acudió al estreno del Resplandor de Kubrick, atmosféricamente hablando clava esos momentos de nostalgia del pasado.


"Conformaba un vasto mundo en sí mismo en el que encontraba refugio y era uno de los pocos sitios donde era consciente de que podía salvarme, porque las películas eran una religión en aquel momento, podían cambiarte, alterar tu percepción, podías levantarte hacía la pantalla y compartir un momento de trascendencia, todas las desilusiones y temores se borraban durante unas horas en aquella iglesia.

... pero también tenían que ver con el control: eras un
voyeur sentado en la oscuridad observando cosas secretas, escenas que no deberías estar viendo y que nadie en la pantalla sabía que estabas viendo."


La novela está construida como si fuera una película de la época, y las referencias son infinitas, no solo en cuanto a cine sino sobre todo musicales. Ellis sazona casi cada escena con una canción de la época, detalle que puede parece agradable en un principio, pero cuando llevas 200 páginas y Bret recuerda casi cada canción que sonaba en aquella época, la cosa se va poniendo muy cuesta arriba y si la novela tiene casi 700 páginas, no quería ni pensar en lo que me esperaba en las restantes 500 páginas y para mí éste es el problema de esta novela que fácilmente se podían haber cortado 300 páginas y aquí no hubiera pasado nada, y el argumento no hubiera sufrido. El narrador conduce, conduce y conduce en su Mercedes 450L (repetido hasta la saciedad) y cuando lo hace la novela se convierte en una especie de narrador en modo GPS porque Bret no se corta un pelo a la hora de detallarnos por cada nombre de calle, avenida o esquina de Los Ángeles por la que conduce, o con cuántos números de semáforos se va encontrando... para el que viva allí no será aburrido, pero para la mayoría se convierte en una tortura, páginas y páginas de nombres de lugares por las que va pasando. Detalles repetidos hasta la saciedad, gratuitos y que no aportan nada, que es lo que en mi opinión convierte esta novela en algo muy caaansinooooo. El argumento en sí podría haberme resultado adictivo por lo que cuenta, pero cuando iba por la página 300 estaba ya un poco cansada de estos adolescentes repetitivos con escenas que no aportaban nada al argumento: a estas alturas y en el ecuador del libro ya había repetido una y mil veces como en un bucle infinito que su amiga Susan conducía un BMW blanco, Robert un Porsche y él mismo Bret alternaba entre un Jaguar y un el Mercedes. Una pesadez de datos la verdad. La mochila Gucci también se repite una y mil veces, pero este dato no termina de ser gratuito del todo, aunque es una lata como el resto de este estilo mecánico y vacío.


"Me quedé mirando a Susan y me quedé extrañamente distanciado, como si estuviese flotando por encima de la cocina, viéndome en una película de la que no conocía la historia ni quien era mi personaje, cuáles eran mis frases ni como se suponía que debía reaccionar a las líneas de diálogo: estaba ahí perdido."


Y digo que la historia podría haberme resultado adictiva porque contenía todos los elementos para ello, pero el amigo Bret Easton Ellis crea un thriller posmoderno, en el sentido de que inventa una narrativa y unos asesinatos, y un misterio como una excusa para explorar temas muy interesantes sobre todo en lo relacionado en torno a él mismo, al narrador en su adolescencia, totalmente perdido en el que siente la presión de no poder mostrar su sexualidad abiertamente, pero la forma en que elige contarlo, resulta un galimatías, la verdad. Ellison es un tipo inteligente y crea una trama enrevesada con varios giros que dejará finalmente a los lectores con mil una teorías sobre la resolución del misterio. Y es cierto que hay mil y una teorías en la red sobre esto, y la gente no deja de elaborar teorías sobre el misterio final, las pistas están todas ahí dirá Ellis, así que el lector estará suficientemente entretenido desentrañándolas. El escritor elabora una historia y se va hundiendo cada vez más en ella, mientras que su Yo de diecisiete años nos la cuenta. ¿Quien existe de verdad en esta novela? ¿Quién no es fisicamente real? No sé bien, quizás la simbología que usa puede ayudar a desentrañarla: acordarse e investigar cada una de las miles de canciones por si contienen alguna pista sobre los personajes, una tarea imposible que no pienso hacer, o releer la novela para prestar más atención y dar con la clave final, que tampoco pienso hacer. Bret, el narrador, vive en Mulholland, que para mí es la referencia lynchiana más importante en toda la novela  y la que da la verdadera clave sobre la personalidad de Bret ¿dónde si no podría haber vivido un personaje como Bret con esta narración en primera persona en la que nunca puedes estar seguro de si te está contando la verdad? Aquí está la clave y en Mulholland Drive había justo esto, una narración fragmentada, nada confiable, una dicotomía, una personalidad escindida (¿Es Bret como la Naomi Watts de Mulholland Drive?). Es quizás lo que más ha podido interesarme de esta novela.  En este aspecto hay escenas estupendas (el fin de semana en Palm Springs, por ejemplo) pero es difícil mantener el ritmo del principio en una novela tan larga, y en mi opinión la novela se alarga hasta la eternidad. Tiene su punto pero se me ha hecho interminable porque no comulgo con este estilo medio vacío y gratuito en algunos momenos y esta trama inflada.

La traducción es de Rubén Martin Giraldez


"- Todos os protegéis los unos a los otros
- ¿Que nos protegemos los unos a los otros? ¿De qué?
-
De la realidad.- Lo dijo con una voz deliberadamente siniestra, haciendo que reverberase como si hablara en una cueva enorme y vacía ."

 

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