Sodoma y Gomorra, de Marcel Proust (En Busca Del Tiempo Perdido #4)
⭐⭐⭐⭐⭐
No sé si de aquí a unos días me saldrá una reseña de esta cuarta
entrega de "En Busca del Tiempo Perdido", porque la tengo
que ver con perspectiva, y necesito tomarme un respiro, por lo menos
antes de atreverme con "La Prisionera", así que éste será
un pequeño comentario en torno a la eterna insatisfacción en la vida de
Marcel, la eterna búsqueda de alguien que no existe… Lo que si está
claro es que Marcel ya con 20 o 21 años, nunca sabremos realmente su
edad aunque la sospechemos (el tiempo aquí está siempre difuminado,
alargado, fragmentado...), sigue erre que erre buscando a una mujer
que ni existirá, solo en su imaginación, de modo que se le cruce quién
se le cruce, siempre acabará perdiendo el interés porque esa fantasía que se
ha creado en su cabeza no es la realidad. Es quizás reducir un libro
como éste a lo básico, pero esto no es una reseña, todavía, y me
quedo por ahora, con esta reflexión, y reconocimiento por parte de
Marcel: parece que ya por fin toma conciencia de que No Las Ve,
porque solo se está mirando a sí mismo... En este volumen Marcel
toma conciencia de muchas cosas, sobre todo de sí mismo.
"Las
imágenes elegidas por el recuerdo son tan arbitrarias, tan
estrechas, tan incomprensibles como las formadas por la imaginación
y destruidas por la realidad.
No hay razón como para que
fuera de nosotros, un lugar real domine más los cuadros de la
memoria que los del sueño y después una realidad nueva tal vez nos
haga olvidar, detestar incluso, los deseos que nos movieron a
partir.
Me recordaban que mi suerte era la de no perseguir otra cosa que fantasmas, personas cuya realidad radicaba en gran medida en mi imaginación; en efecto, hay personas -y así había sido en mi caso desde la juventud- para las que todo lo que tiene un valor fijo, comprobable por otros, la fortuna, el éxito, los altos cargos, no cuenta: lo que necesitan son fantasmas.
Pero ¿por qué
preguntarse tanto -se me dirá por Gilberte, tomarse tantas molestias
por la Sra. de Guermantes si -tras haber llegado a ser amigo de ésta-
ha sido para no pensar más en ella? Swann antes de su muerte, habría
podido responder, él, que había sido un aficionado a los fantasmas.
De fantasmas perseguidos, olvidados, buscados de nuevo, y para
alcanzar una vida irreal que al instante se escapaba.
Hemos
dispuesto de todo nuestro poder para obtener una nueva cita, pero que
se conceda de buen grado. Ahora bien, ¿nos tomaríamos
tanta molestia por la mujer misma, si no fuera completada por esas
fuerzas ocultas, mientras que, cuando se ha marchado, no sabríamos
decir cómo iba vestida y nos damos cuenta de que ni siquiera la
hemos mirado?"
La vida es perseguir fantasmas, me temo. Pocas cosas resisten el escrutinio de la realidad. Es un libro que necesita distancia, estoy de acuerdo... Me quedo con ganas de leer la crónica.
ResponderEliminarSi, es cierto... quizás por eso la realidad se ha vuelto cada vez más artfiiciosa. Veremos si puedo escribir algo más sobre la cuarta entrega 🤔, Gracias Beau!!
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