Los Confidentes, de Charlotte Gneuss

 


♫♫♫ Strange - NightCrawl   ♫♫♫ 

 

"No puedes creer todo lo que te cuentan. Todo sistema es más frágil de lo que piensas. Todo sistema es más poderoso de lo que crees."


La verdad es que cuando empecé a leer esta novela, un poco a ciegas, no preveía que me fuera a gustar tanto. No soy una lectora muy arriesgada, en el sentido de que es raro que me atreva con autores de los que no sé absolutamente nada a menos que alguien me lo señale pero comprarme el libro a ciegas, no, y más en este caso que era la ópera prima de una autora alemana, Charlotte Gneuss. Sin embargo, nada más empezar un texto, ya en los primeros párrafos,  ya sé que estoy dentro y me entusiasmo, y lo será por la forma más que por lo qué te cuentan. Y en este caso concreto de Los Confidentes, aunque no tenía muy claro el argumento, la prosa precisa, medio elíptica, fragmentada, enseguida me atrapó. Los confidentes transmite muy bien el intimismo de la narradora con una cierta sensación de asfixia social provocado por la presión de vivir en un entorno promovido por la presión politica de vivir en la RDA en plenos años 70. “Me llamo Karin, pero mi novio me llama Komma, tengo dieciséis años, una hermana, un padre y una madre, y por supuesto no saben dónde estoy, respondí. Pero tampoco diría que ando sola por la carretera, añadí después de pensarlo un poco.” Corre el año 1976 y Charlotte Gneuss ubica la historia en Gittersee (el titulo original de la novela), un pueblo a las afueras de Dresde. Karin vive con unos padres que andan a la gresca, con una hermana muy pequeña a la que prácticamente le hace de madre y una abuela que es de alguna forma el timón de la casa, y que subliminalmente conocerá muchas historias del pasado, pero será también una abuela elíptica, que no habla aunque expresa con el tono. En cuanto comienza la novela y después de un par de escenas en las que conoceremos al novio de Karin, Paul, sabremos que éste ha escapado a la Alemania del oeste. Y se pronunciará la palabra Republikflucht, usada por parte de las autoridades de la República Democrática Alemana para describir o referirse a aquellos individuos que, en busca de una vida mejor o porque eran disidentes políticos, huían o intentaban huir hacia la República Federal de Alemania (o hacia otro país que no fuese miembro del denominado Pacto de Varsovia, la alianza militar que agrupaba a los países del entonces bloque del Este). En este caso, Paul, solo un poco mayor que Karin, no es que fuera un disidente político, sino simplemente un chico que necesitaba vivir en libertad, escapar a la programación de una vida por parte del Estado. Sus aficiones artísticas iban a ser erradicadas, es una información que nos llega en pequeñas ráfagas temporales por parte de Karin una vez que Paul ha desaparecido.


"Es raro, respondí, que la gente simplemente desaparezca. De la noche a la mañana, sin más."


Realmente toda la novela gira en torno al concepto de desaparición y lo que esto supone para una chica de apenas dieciséis, que hasta ese momento de inflexión en su vida, no se ha cuestionado nada ni el sistema político en el que vive ni siquiera qué quiere hacer con su vida. Sin embargo, la desaparición de Paul le sirve como catalizador para mirar con más detenimiento lo que ocurre a su alrededor. Primero está el hecho, de que los que la rodean no dejan de presionarla una y otra vez sobre esta desaparición, convirtiéndola prácticamente en cómplice aunque ella no se fuera con Paul. El hecho de que Karin provenga de una familia algo desestructurada la ha convertido en una adolescente con un espiritu de sacrificio en lo que se refiere a asumir la responsabilidad de la hermana pequeña, a la que se referirá como la niña. Y esta hermana pequeña la detiene en muchos momentos de su deseo en un principio de acompañar a Paul el fin de semana en que desaparece. “Las botas de trabajo, grandes, negras, de Paul junto a las sandalias de tacón de su hermana. Después de haber llamado al timbre ocho veces, volví a casa." Desde el primer momento, Karin se convierte inicialmente en sospechosa de saber el paradero de Paul, así que la Stasi, la policia secreta, la contacta, y a partir de aquí, la novela entra en una especie de distopía muy claustrofóbica porque un agente de la Stasi se convertirá en su sombra a la hora de presionarla para que coopere con ellos y proporcionarle información sobre otros.


Mi padre, fuera de sí, había preguntado, qué tiene que ver mi hija, qué tiene que ver mi hija, qué tiene que ver ella."


Es muy interesante el derrotero que va tomando esta novela porque a través de la mirada adolescente se va revelando la vida en la RDA, el control del Estado, los silencios de los más adultos y lo que esto supone para los más jóvenes. El hecho de que Karin esté atrapada por una familia que la necesita y por otra parte, su conciencia paulatina de que el control estatal vigila casi cada gesto, convirtiendo en sospechosos a todos de todo, le da a esta novela un clima muy asfixiante. Karin está llena de contradicciones y de miedos, y su vulnerabilidad la convierten en la victima perfecta para el control de la Stasi, cuya red se apoya básicamente en que todo el mundo sospeche de su vecino más cercano. Karin se encontrará casi en cualquier esquina, cuando menos lo espera con Wickwalz, el agente de la Stasi que lo que busca es convertirla en su confidente, y esto dará a la novela una atmósfera claustrofóbica, de anticipación de un peligro en cada página: "Cómo ha dado conmigo hoy, le contesté. Te veo, Karin. Te veo siempre." Un peligro que se refleja en la cotidianeidad ya que al estar toda la comunidad bajo el control, es prácticamente imposible confiar en nadie. Y esto es algo de lo que no es consciente Karin cuando comienza la novela, sino que a raíz de la desaparición de Paul, se hace cada vez más palpable esta toma de conciencia por su parte. Nadie la avisa, nadie la informa sobre qué tipo de régimen es en el que vive, sino que la inteligencia de Charlotte Gneuss está precisamente en cómo Karin, comienza a plantearse cosas. Por ejemplo, en un momento dado Karin falta a una cita con Wickwalz, el agente de la Stasi, y a continuación es citada por el director del instituto con motivo de sus notas, pero realmente lo que será es reprendida por faltar a la cita con el agente.


"Eso tiene que notarse, cuando alguien se va, cuando alguien se está despidiendo, eso tiene que sentirse.

[...]

"Cuando uno se quiere largar, tiene que notarse. Cuando alguien se está despidiendo, uno siente algo."


La presión a la que es sometida continuamente descansará sobre la premisa ¿cómo no podía saber que Paul iba a desaparecer? Eso se nota, se palpa, así que esta premisa hace tambalear los cimientos de la propia de Karin, que empieza siendo una adolescente con una vida sencilla, enamorada y feliz pero que con la desaparición de Paul, su frágil mundo se hace añicos. Hay un antes y un después tras la desaparición de Paul porque marca el punto de inflexión de su paso de la inocencia a la autoconciencia. Karin es una chica normal y corriente que a raíz de esto se da cuenta de que vive atrapada en un entorno que la supera, un entorno además que no solo quiere moldear su vida, sus intereses y su futura profesión sino que quiere moldear pensamientos, ideas y la propia identidad. Sin embargo, la gracia de Los confidentes es que no es una novela política, se puede decir que es una novela de formación en la que la primera persona de Karin nos va guiando por su propia identidad, hay sueños fragmentados y momentos fugaces en los que iremos penetrando en este viaje hacía sí misma de Karin.  Hay en Los Confidentes una gran riqueza de detalles en los que se combinan los pensamientos en primera persona de Karin con las impresiones de su entorno, impresiones que poco a poco comenzarán a tomar cuerpo en su mente. No hay absolutamente nada impersonal relacionado con el entorno político, tampoco reflexiones sociales, ni siquiera enjuiciamientos políticos, porque Karin irá saltando temporalmente adelante y atrás desde el momento del trauma de la desaparición de Paul, así que estos saltos en el tiempo revelarán la querencia  de Charlotte Gneuss por las repeticiones de momentos o de pensamientos, Una novela elíptica y atmosférica sobre todo por la percepción sensorial continua de Karin al ir siendo consciente del entorno en el que vive. Fantástica y envolvente Charlotte Gneuss.

La traducción es de Alberto Gordo


"En realidad yo había decidido no ponerme nunca más el vestido azul. La ultima vez que lo había llevado fue el día que Paul se fue. El azul hace que tu piel brille como la seda, había dicho. Pero también había dicho, qué, te apetece una aventura, y luego había desaparecido."

 

 

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Ya nadie escribe cartas, de Jang Eun-jin

El señor Fox, de Joyce Carol Oates

La picadura de abeja, de Paul Murray