La cocina del infierno (Relatos de un mundo inhóspito), de Fernando Morote

 


 
♫♫♫ Goodbye Sranger - Supertramp  ♫♫♫



"El exilio presenta los mismos efectos que un secuestro."


Si he llegado hasta esta novela de Fernando Morote fue porque otra novela suya que leí  este año me interesó lo suficiente como para adentarme de nuevo en el universo de este autor que parece huir de los prototipos e inventa textos muy personales en los que las voces narrativas siempre cambiantes, obligan al lector a estar siempre al acecho. Si me habéis leído en anteriores crónicas, sabréis que me interesa mucho el tema de la emigración, el autoexilio, la fragmentación que surge a raíz de la desubicación a partir de la distancia del hogar y que una vez que uno ha salido de él, incluso cuando volvemos, ya nada será igual ya que no será el mismo lugar del que partimos, no tanto porque el lugar ya ha cambiado sino porque realmente quienes hemos cambiado somos nosotros, y esencialmente todo se puede resumir en algo determinante surgido de estas experiencias: el desarraigo. Un desarraigo no solo físico sino sobre todo mental. El acto de escribir al que me refería en la crónica de Los quehaceres de un zángano, la otra novela de Fernando Morote que leí, está aquí también muy presente en “La cocina del infierno” porque aunque Morote encaje tres relatos que aparentemente son independientes, están muy enlazados por las tres fases que pueden conformar el autoexilio y/o emigración, tres fases que además no siempre se completan y es muy evidente también ese acto de escritura por cómo conforma la estructura de esos relatos.


El primer relato titulado Los Ingobernables gira en torno a un grupo de amigos de la ciudad de Lima, ubicados en una urbanización de clase media llamada Pompeya, y los veremos en secciones breves haraganeando y reuniéndose en una voz narrativa en primera persona de plural. Se puede decir que esta sería la primera fase de este tema que tanto me interesa y es el IRSE DE CASA. Es un primer relato que conformará la desesperanza y la decepción de un país que es incapaz de aportarles nada en plenos años 80.


"Puertas clausuradas
Muros inexpugnables.
"


El segundo relato que es el que da titulo al libro, será “La cocina del infierno” puede decirse que conformaría la segunda fase de esta experiencia, EL AUTOEXILIO EN SI MISMO, y me ha parecido el centro neurálgico de esta obra, un relato fantásico y contundente que funciona a modo de pequeñas bofetadas para el lector, y lo que da ritmo a esta sección será la forma narrativa elegida por Morote, la segunda persona. De este grupo de ingobernables de los que supimos en el primer relato y que salieron del país, este relato se centra en uno de ellos en Nueva York combatiendo los embates de la vida del emigrante. Es una sección magnífica, no solo por esta voz narrativa, sino por la contundencia del texto con frases que parecen balas disparadas por un arma de fuego: y aquí está perfectamente expresdo ese dolor del emigrante, del autoexiliado y ese clasismo en el que nunca será visto en un principio como un igual por los pobladores. Me ha fascinado porque Morote logra muy bien transmitir esa sensación de soledad, de desarraigo y de sufrimiento. Dentro de la fase del movimiento migratorio o autoexilio, esta sección conforma precisamente la vida en plena batalla por la supervivencia, alejado de casa una vez que se ha producido la huida. Sin embargo la dura realidad oprime y asfixia.


"Si es tan particular y delicioso tu acento, por qué entonces tanta gente te mira como si fueras un violador en serie."


El tercer relato titulado “Comando meón” sería la VUELTA A CASA tras los años de exilio o emigración. El grupo de ingobernales separado en los años 80, vuelve a encontrarse en el mismo lugar. La mentalidad ha cambiado, porque ya no esperan que el mundo cambie por sí solo sino que de alguna forma han aprendido que la pasividad no es la solución, e intentan poner de su parte para aportar algo a su país. La vuelta a casa les ha supuesto encontrarse con otro país, no sabemos si porque el país realmente ha cambiado o, por lo que decía al principio de esta crónica, porque los que realmente han cambiado son ellos. Este tercer relato está escrito en tercera persona y aquí ya el relato no tiene nada que ver con los dos anteriores.

Admito que de los tres relatos el que más me ha interesado es el segundo, La cocina del infierno, una sección en la que Morote parece dejarse la piel hablando de búsqueda de identidad, pertenencia o desarraigo. Lo que en un principio parecía ser una perspectiva contemplativa de la vida, aquí en este relato deviene en pura acción y supervivencia. Y lo que en un principio parecía una generación insatisfecha, en continua espera del algo que no se producía, ya en en este segundo relato, se convierte en un cataclismo de pasajes que remiten al pasado. Al mismo tiempo que este libro de Morote he estado leyendo los relatos de Chris Offutt contenidos en Vuelta a casa (Sajalin, 2025), y una vez más se alinean los planetas porque aquí Offutt también habla de movimiento migratorio y finalmente de la vuelta a casa que no será la misma que cuando uno se marchó. Tanto Offutt como Morote comparten esa mirada socarrona y en Morote también grotesca y con un toque de humor negro, sobre lo que significa la mirada al pasado y el enfrentarlo a un presente que sigue siendo insoportable aunque, sus personajes han creado las herramientas para sobrevivir sin crearse expectativas. Ya digo que solo por ese segundo relato “La cocina del infierno”, ya merece la pena este libro.


"Nunca supiste porque leían con ávida nostalgia, los amarillentos periódicos de su pais.
Es una forma de regresar, de no haberte ido
No eres un ciudadano de segunda clase.
Ni siquiera uno de tercera.

No eres un ciudadano.
Portas un numero de contribuyente
Declaras tus ingresos.mantienes una cuenta de banco.
Eres usuario de la biblioteca y miembro de un gimnasio.
Pero no mereces
crédito."

Comentarios

Entradas populares de este blog

Ya nadie escribe cartas, de Jang Eun-jin

El señor Fox, de Joyce Carol Oates

La picadura de abeja, de Paul Murray