Vocaciones, de Gerald O'Donovan

 


⭐⭐⭐⭐

 "Dicen que las Curtin se aburrían como ostras -murmuró la menor de las hermanas Purcell- y, como las educaron por encima de su posición, el convento es el mejor refugio para ellas."

Vocaciones es una novela que está ambientada en una pequeña localidad de Irlanda a principios del s.XX, justo cuando se estaba acabando de salir del encorsetamiento de la era victoriana, un momento de transición social especialmente difícil para las mujeres. Las protagonistas absolutas de esta historia son las hermanas Kitty y Winnie, hijas acomodadas de los Curtin, que se han convertido en gente acomodada desde la pobreza. Los Curtin educan a sus hijas por encima de su posición social, tienen dinero sí, pero el estatus social que quieren para sus hijas es muy superior al que tuvieron ellos. Por una parte, el padre quiere que su hija mayor se case y siga el negocio familiar junto a su probable futuro marido, y la madre sin embargo, esclava de la religión católica quiere para sus hijas una vida de monjas en el Convento de la Misericordia. Es interesante la forma en que el autor aborda el pasado de los Curtin, Johanna y Tom y de cómo llegan a tener esos deseos de futuro para sus hijas. Asi que cuando empieza la novela, el lector es muy consciente de que para una mujer católica de aquella época en Irlanda, había solo dos caminos: o el matrimonio o el convento ¡¡y eso que ya habíamos ingresado el el siglo XX.

"Lo peor de muchos padres y madres es que piensan más en sí mismos que en sus hijos. Si los hijos quieren ir por el camino de los padres, todo va como la seda, pero, si no, la cosa sale cara. Tu padre piensa en su negocio y tu madre en su alma; Winnie y tú soís dos muñecas que ellos han vestido para su propio adorno."

(…)

"La había engordado toda la vida para el sacrificio. Era la víctima del egoísmo de su madre. Un sentimiento parecido al odio la quemó por dentro, pero fue solo un instante. Al fin y al cabo, las dos eran víctimas de algún destino, de un sistema horrible que no conocía la piedad. Si ella sufría, su madre también. Cerró los ojos con la sensación de estar hundiéndose en arenas movedizas."

La novela está dividida en dos partes claramente diferenciadas: la primera parte es un entorno básicamente doméstico donde somos testigos de la vida restringida de las hermanas desde que vuelven del internado católico. Apenas se las deja relacionarse con nadie a excepción de sus salidas a las misas o a los paseos por el campo, pero siempre con mucho cuidado para no mezclarse con hombres que no fueran los “inmaculados” hombres de iglesia. Es una vida algo claustrofóbica donde son manejadas como títeres por su madre, obsesionada porque lleguen puras y vírgenes a profesar como monjas. En la segunda parte de la novela, ya vemos a las hermanas en otro entorno, quizás igual de restringido, el del convento, pero en una emulación del mundo exterior, nos damos cuenta de que allí no es todo oro lo que reluce y que de alguna forma, el mundo del convento contiene los mismos “peligros” del mundo exterior.

"Los rostros de todas las monjas que conocía parecían entrelazarse como un gran árbol en la cortina de humo que pendía sobre el río. Las caras sobresalían: las pacientes, las resignadas, las heroícas, las abrumadas, las rebeldes, las indulgentes, las reprimidas, las inútiles, las que amaban a Dios por temor, las asexuadas, las sexuales; muchas adorables. Cuánta humanidad echada a perder."

Esta novela es muy extraña porque en un principio parece una cosa, y poco va evolucionando en algo diferente. En un principio parece la típica comedia de costumbres, con un cierto toque humorístico aquí y allá y poco a poco se va convirtiendo en un sátira social muy incisiva sobre la manipulación que ejercen los padres sobre sus hijas para que guíen sus destinos según las conveniencias sociales (un hecho que sigue ocurriendo hoy en día). Esta sátira social se extiende también en torno al negocio que tenían montado los sacerdotes y órdenes religiosos para vivir del cuento de las dotes de las niñas que entraban en el convento usándolas como meras mercancias. O’Donovan no se corta un pelo a la hora de denunciar este mercado de intercambio de niñas, que desde pequeñas son guíadas para que no puedan elegir el destino de sus vidas.

"A pintar, a bordar, y demás tonterías que convertían a las niñas en señoritas perfectas (...) En estos tiempos, si se atiborra a una niña con esa clase de saberes, el único sitio al que puede ir es al convento o a una caja de cristal. Y si la niña no quiere ni lo uno ni lo otro (al ver la clase de religión que le meten en la cabeza), lo más fácil es que nueve de cada diez vayan de cabeza al infierno."

El retrato social que hace O’Donovan de la vida en aquella pequeña localidad es magnifico en el sentido de que nos hacemos una idea muy certera de lo que significaba para esos padres verse extendidos a través de sus hijas y usándolas como la continuación de sus expectativas. Hay una reflexión además muy avanzada sobre la libertad de la mujer y de hasta qué punto salirse de lo marcado, podía convertir a a una mujer en una exliada social para siempre, porque aunque nos pueda parecer que las decisiones de las dos hermanas siempre estén influidas por los hombres que tengan más cerca, el autor se encarga de analizar el hecho de que realmente esas niñas no tenían otros referentes que esos hombres que ejercían la autoridad en todos los aspectos. Es por eso que me parece una obra muy avanzada y crítica para la época en lo que se refería a los roles de género.

"Despedía a las niñas por la mañana con una mezcla de sentimientos. Para ella, sus hijas no tenían una existencia independiente, sino que eran parte de sí misma, el complemento de sus intenciones y de sus ambiciones. Eran un arma arrojadiza contra Josie Duggan, que no tenía hijas, contra Helena Rafter, ahora Helena Dowd, que a pesar de su famosa educación en un internado, se había casado con el cobrador de impuestos .“

Gerald O’Donovan, que fue un ex sacerdote, sabe de lo que habla e imagino que esta novela en su momento debió levantar ampollas porque denuncia el constreñimiento de la mujer de la época sometida a los intereses mercantilistas de los valores católicos, la mentira de ciertas vocaciones y la falsedad en la que se vivía tanto en los conventos.

"El padre Burke había hecho el voto de celibato sin haberlo meditado en particular. Se planteaba el sacerdocio como una carrera, no como una vocación. Ël era un hombre mundano como cualquier otro que llevaba un pequeño negocio con prudencia y esmero. Ejercía de maestro de un sistema moral que no practicaba. Nunca había analizado sus creencias y no habría podido decir con sinceridad hasta qué punto creía en lo que predicaba. No le interesaba el tema. Carecía de convicciones que lo pusieran en un apuro. Había estudiado religión y moral, como materias obligadas, lo justo para aprobar los exámenes. El voto de castidad no era más que un peldaño para ganarse la vida. A partir de ahí, lo más importante era hacerse lo más agradable posible el paso por este mundo, sin grandes aspiraciones.”

Vocaciones es una novela que va in crescendo y no os dejeís engañar por esa primera parte medio bucólica y doméstica, con dos personajes femeninos que aparentemente no se cuestionan nada. El autor necesita su tiempo para que luego comprendamos las personalidades de las dos hermanas y la evolución/o no evolución de lo que serán sus vidas. Hay mucha mala leche y mucha sátira entre lineas, y también muchos momentos donde el humor soterrado nos hará sonreír.

"Qué cosa esto de conocerse a uno mismo. Yo nunca me conocí, que Dios me perdone."

Es una novela que me ha sorprendido muchísmo por la cantidad de matices que contiene, y por como Gerald O’Donovan nos muestra el variado registro de todos estos personajes. Una novela insólita que a medida que avanzas va a más. Agradecer a Alba (Rara Avis) por haberla rescatado del olvido.

"Procuren no olvidar que sus hijas son de carne y hueso, igual que ustedes, y no monedas ni propiedades para invertir con fines egoístas. Den libertad a la niña, en el nombre de Dios, y procuren rescatarla de sí misma. Enséñenle un poco cómo es el mundo y que elija ella sola. Tanto puede elegir bien como equivocarse, pero al menos no podrá pasarse la vida echando la culpa a sus padres de sus desgracias."

 

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